Susana Díaz
Si en otra ocasión hablábamos de que Andalucía estaba abocada al diálogo tras las elecciones autonómicas celebradas en la Comunidad, ahora hemos de reconocer que ello no parece posible. Un calendario electoral endiabladamente apretado mantiene a las formaciones políticas pendientes de sus estrategias electorales en vez de ponerse de acuerdo para resolver las vicisitudes del presente, aunque con esa actitud se obstaculice la gobernabilidad de la región más poblada de España. Doce millones de ciudadanos deberán aguardar al resultado de sofisticados cálculos electoralistas que podrían articular otra relación de fuerzas en los distintos escenarios en disputa (Andalucía, otras comunidades autónomas y ayuntamientos) antes de ver atendidas sus necesidades como colectividad. Se supedita el interés general al particular de los partidos políticos, aunque todos ofrezcan una “mano tendida” al diálogo. Y así nos va.Líder del PP andaluz, Juan M. Moreno
Quien más claro lo manifiesta es el Partido Popular con su propuesta de dejar gobernar a la lista más votada, una iniciativa que no practica (no vota en consecuencia en el Parlamento andaluz, dejando gobernar al PSOE) hasta que el resultado de las elecciones municipales le permita negociar la estabilidad del Gobierno de la Comunidad a cambio de que se les deje gobernar en los Ayuntamientos donde consigan ser la minoría mayoritaria. Es, en cualquier caso, lo que siempre se ha hecho, con la única salvedad de que ahora coinciden en el tiempo los comicios municipales y el autonómico en Andalucía. Pero estos cambalaches, en todas las ocasiones, se han realizado a espaldas de la opinión de los ciudadanos, a quienes se les hurta la posibilidad de que decidan democráticamente acerca de la cuestión. Se negocia en despachos contra el criterio expresado en las urnas y en función de intereses partidistas, hasta alcanzar incluso acuerdos “contra natura” entre formaciones totalmente opuestas en su ideario con tal de impedir –o apear- del poder a una minoría mayoritaria, unas veces a favor del PP, otras del PSOE y las menos en beneficio de Izquierda Unida u otros partidos locales o nacionalistas.Juan Marín, líder de Ciudadanos
Susana Díaz confiaba en el apoyo, o al menos la abstención, de las formaciones cercanas ideológicamente al Partido Socialista Obrero Español en una segunda votación, cuando sólo se precisa mayoría simple de votos favorables. Pero el bloque opositor sigue votando en contra de su investidura, a pesar de haberse alcanzado algún preacuerdo que presagiaba la posibilidad de formar Gobierno en el plazo previsto. Díaz buscaba desesperadamente ese acuerdo con Podemos y Ciudadanos a través de unas negociaciones mantenidas por sus lugartenientes que a punto estuvieron de sellar el pacto con la rúbrica de un acuerdo contra la corrupción y en favor de la transparencia en la gestión de la Junta de Andalucía. Sin embargo, ambos partidos han endurecido, en el último momento, sus condiciones y exigen requisitos adicionales –la dimisión efectiva de los expresidentes Cháves (diputado nacional) y Griñán (senador, ya dimitido) y garantías por escrito de no mantener cuentas institucionales con bancos que desahucien a los propietarios de viviendas con deudas hipotecarias- para apoyar con su abstención la investidura de la candidata socialista. No desean que, ante la proximidad de nuevas elecciones, el “voto útil” les socave la confianza de los ciudadanos en favor de los partidos tradicionales que, en última instancia, asumen la responsabilidad de gobernar en solitario o en coalición. Esperan poder mantener, al menos, la condición de “imprescindibles” en futuras coyunturas antes de formalizar acuerdos de legislatura en Andalucía.Teresa Rodríguez, líder de Podemos
Tal situación de “interinidad” gubernamental podría resolverse definitivamente con la instauración de un sistema electoral a doble vuelta, en el que los ciudadanos resolverían con su voto la elección de una autoridad (nacional, autonómica o municipal) entre los candidatos con mayores posibilidades que no alcanzan la mayoría absoluta en una primera elección, sin depender de negociaciones de partidos. En vez de dejar gobernar a la lista (minoritaria) más votada, serían los ciudadanos quienes determinarían democráticamente la opción que más les convence. Tal procedimiento electoral responde a situaciones, como la actual en Andalucía, caracterizadas por la atomización de la representación política y la pérdida de las mayorías absolutas, lo que provoca el bloqueo y paralización de las instituciones y la inestabilidad gubernamental cuando los partidos no logran ponerse de acuerdo. Pero debería ser una propuesta que se incluyera en los programas electorales de los grandes partidos, capaces de impulsar proyectos legislativos, en próximas elecciones generales, para que se debata y acuerde serenamente en las Cortes que surjan con ese mandato popular.