Ese dinero ha generado agradecimiento y adhesión profunda en diversos grupos mediáticos, muy dañados por la crisis, que tal vez se hayan salvado gracias al dinero público derramado generosamente por Susana.
Sin embargo, la opacidad de tales ayudas ha llegado a ser denunciada por la Cámara de Cuentas andaluza, que censura que no conoce el destino de las voluminosas partidas que maneja el plan anual de comunicación, donde no se incluyen datos sobre la naturaleza presupuestaria del gasto ni del importe de las anualidades previstas, ni se publican los planes, a pesar de que es obligatorio para "la planificación de las campañas y acciones de comunicación institucional cuya contratación supere los 30.000 euros" de todas las consejerías.
Pero si es discutible que un gobierno regional dedique cada año 140 millones de euros a comunicación, es aún más censurable, como denuncia la Cámara de Cuentas, que buena parte de tales gastos de supuesta publicidad se realicen bajo la fórmula del patrocinio, una ruta opaca y difícilmente controlable, como es preceptivo en democracia.
Los expertos y analistas no dudan en atribuir el enorme gasto mediático, desproporcionado en tiempos de crisis, cuando la sanidad, la educación, la protección a los mas vulnerables y el socorro a los pobres y desempleados están en retroceso, como otros muchos servicios públicos, a la necesidad que Susana Díaz tiene de contar con todas las baterías mediáticas en las cruciales batallas que va a librar por incrementar su poder, ganando las elecciones andaluzas y, si se dan las condiciones, asaltando la cúspide del PSOE.
Los detalles de la poderosa "derrama" de dinero en los medios pueden descubrirse en el estudio de Vozpópuli titulado "Susana Díaz controla una armada mediática tras gastar 600 millones en comunicación".