Tiene de su parte el aparato socialista, la gestora y las momias, pero tiene en contra a gran parte de la militancia, que apoya a Pedro Sánchez, y a la España decente, que quiere regeneración y democracia, dos bienes que en su feudo andaluz no existen.
Por méritos propios y por el rechazo que generan en el resto del país, es casi imposible que un candidato andaluz o catalán, las dos autonomías mas corruptas de España, pueda ser aceptado hoy como presidente de un gobierno español. El resto de los españoles, temerosos de que importen a todo el país las miserias y carencias que han promovido en sus propios feudos, se cuidarán mucho de votarlos.
La batalla que Susana libra en Andalucía, desde la terquedad y la más arrogante soberbia, contra los rebeldes que rechazan el Impuesto de Sucesiones, bautizado por el pueblo como el "Impuesto a los muertos", le está causando daños muy graves en su imagen, ya deteriorada por la corrupción, el atraso, el desempleo y el avance de la pobreza en la Andalucía que ella gobierna.
Otras comunidades españolas como Asturias, Extremadura y Murcia, sensibles a la protesta popular, han dado marcha atrás y están en proceso de reducir o suprimir ese impopular impuesto, pero Susana se aferra a la injusticia y lo mantiene a toda costa.
En Andalucía se paga cien veces más por heredar que en Madrid o Canarias, lo que hace que ese impuesto sea altamente sospechoso de inconstitucionalidad porque rompe de un plumazo la igualdad ante las leyes que proclama la Carta Magna. Si, además, se tienen en cuenta otros abusos que rodean a ese impuesto en Andalucía, como la falsedad de que ese impuesto solo lo pagan los ricos, las elevadas tasaciones de los inmuebles, muy por encima de los valores catastral y de mercado, los plazos perentorios del cobro y la penalización del patrimonio existente, entre otros, han provocado que miles de familias renuncien a heredar porque no pueden pagar los tributos abultados de la Junta y que la parte más democrática y ética de la sociedad andaluza este llenando las oficinas del defensor del pueblo y el parlamento andaluz de firmas y protestas.
Con ese lamentable bagaje a sus espaldas, presentarse en la capital de España para conquistar el corazón del PSOE y quizás el de los españoles, por lo menos, temerario.
Francisco Rubiales