El rechazo al Impuesto de Sucesiones se transformó en un auténtico fenómeno de masas en la campaña electoral y en la prueba más clara y elocuente de que el socialismo había perdido en Andalucía l decencia y la bondad, para convertirse en una fuerza depredadora y llena de codicia. Muchos andaluces terminaron de darse cuenta, gracias a la brutalidad de ese impuesto a los muertos, que había que pararle los pies a estos malvados y lo hicieron dando la espalda a los ladrones de herencias y llevando en volandas a VOX hasta sus sorprendentes 12 diputados.
Los efectos de la implantación del Impuesto de Sucesiones y de los estragos que ha causado en la sociedad no se limitan a haber provocado la caída del PSOE en Andalucía, sino que se han extendido a otros ámbitos como la pérdida de votos de Podemos, otro parido empeñado en cobrar ese impuesto a los muertos, la aceleración del rechazo ciudadano a la clase política y el auge de Ciudadanos y de VOX, dos partidos que desde el principio han peleado por eliminar ese brutal tributo.
Susana Díaz, junto con la actual ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se han convertido en los símbolos de la imposición absurda y malvada de un impuesto que todos consideraban injusto, incluso la presidenta de la Junta, que admitió en público que ese tributo había quedado "deslegitimado" por la protesta popular. Empeñadas ambas en mantenerlo y en justificarlo, empleando para defenderlo mentiras como que "sólo lo pagan los ricos", cuando es justo lo contrario, el impuesto las ha devorado y hoy ninguna de las dos tiene futuro político alguno.
La historia de la rebelión ciudadana contra el impuesto de sucesiones ha sido corta, pero hermosa, con especiales episodios de lucha y resistencia en Andalucía, Aragon y Asturias, pero con reflejos y protestas en otras regiones, como Extremadura y Murcia. Es la primera vez en la historia moderna de España que la sociedad se organiza en grupos y se lanza a las calles para protestar contra un impuesto. La experiencia ha ido creciendo en intensidad y todo ante el hecho de que los políticos despreciaron desde el principio esa lucha con arrogancia.
El capítulo más destacado de la batalla ha sido, sin duda, la documentación realizada por las plataformas de las victimas del impuesto y la divulgación, a través de los medios, del sufrimiento y la injusticia vividas por las víctimas, con efectos tan brutales como familias arruinadas, personas desquiciadas, miles de renuncias a herencias, empresas familiares cerradas, tasaciones injustas y abusivas, embargos injustificados, impuestos leoninos y subastas vergonzosas en las que la Administración enajenaba los bienes embargados por menos de la mitad del precio abusivo que había tasado, sin que los herederos tuvieran la oportunidad de adquirir las propiedades que les habían arrebatado.
Curiosamente, VOX, el partido que más ha crecido en Andalucía, es el único que había expresado su voluntad firme de eliminar por completo el Impuesto de Sucesiones y Donaciones.
Hay tanta brutalidad en torno a ese impuesto, sobre todo en Andalucía, que es justo y explicable que haya contribuido poderosamente a la perdida del poder de los socialistas.
Los viejos partidos, carcomidos por la corrupción, se han convertido en momias incapaces de percibir los vientos de la Historia e ignoran que los tiempos en los que los políticos podían imponer su voluntad al pueblo con impunidad se han acabado. Ahora, todo político que quiera tener futuro, tiene que ganarse a los ciudadanos,que ya no soportan la arrogancia, la opresión y el abuso de poder.
El PSOE ha ignorado la voluntad popular y lo ha pagado.
Francisco Rubiales