SUSTOS DE LA VIDA (Sensaciones)

Publicado el 11 marzo 2019 por Carlosgu82

“Asusta ser nuevo en la escuela”.

“Asusta perder un año escolar”.

“Asusta hablarle a la chica(o) que te gusta”.

“Asusta que tu novia(o) te diga: ‘tenemos que hablar’”.

“Asusta que te atrapen masturbándote”.

“Asusta que tu novia tenga un atraso”.

“Asusta que te presenten los suegros”.

“Asusta ser padres”.

“Asusta que te agarren con tu amante”.

“Asusta la cuenta del restaurante”.

“Asusta una infracción de tránsito”.

“Asusta estar en medio de un robo”.

“Asusta que no te paguen el sueldo”.

“Asusta pedir aumento en el trabajo”.

“Asusta que te despidan de tu empleo”.

“Asusta prestar dinero a los amigos”.

“Asustan los truenos”.

Pero lo que más asusta, es un baño sin “papel higiénico”.

Creo que si continuamos con la lista nunca acabaríamos. Por eso cabe preguntar ¿y qué es lo que te asusta? Aclaremos que el susto no es lo mismo que el miedo. El susto altera nuestro cuerpo padeciendo un impulso eléctrico que recorre nuestro ser, cambiándonos el rostro como la fría nieve de la Antártida, y aumentando la adrenalina como lo hace la misma cocaína.

Alerta los sentidos como un grito de batalla medieval que, tras percibir el peligro, se inunda rápidamente nuestro pensamiento de basta imaginación que nos lleva a un sinfín de emociones encontradas, haciéndonos extraños, desconocidos, como si el espejo mintiera cada mañana al despertar desvaneciéndose la esencia original de mi personalidad; como sal en el agua.

Ya ocasionando estos íntimos efectos, los sustos son imposibles de evitar como el sentir amor; pero si los podemos controlar. No todos sentimos el mismo temor, hay variedad de individuos, unos más fuertes que otros; pero los sustos siempre estarán ahí, haciendo de la suyas sacando sonrisas, sonrojando rostros y enojándolos por los atrevidos y sorpresivos sustos de la vida.

Logrando entender esta excitante y peculiar descripción, hallemos el epicentro de nuestros temores buscando tomar ventaja sobre los despóticos miedos que se alimentan de los sustos, y se hacen difíciles de controlar cada vez más.

Autor

Dario Mateus.

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