Svante Grände: el hijo del sacerdote que se convirtió en guerrillero chileno

Publicado el 16 diciembre 2023 por Adriana Goni Godoy @antropomemoria
Svante Grände: el hijo del sacerdote que se convirtió en guerrillero chileno

VarbergSvante Grände era hijo del sacerdote y cooperante que, tras el golpe militar en Chile, se unió a la guerrilla marxista MIR.Fue asesinado a tiros en 1975, pero su recuerdo sigue vivo entre las personas por las que dio su vida.- Es conmovedor. Absolutamente fantástico, dice el hermano de Svante, Anders Grände, que ahora está de viaje por Chile.

Jens Andersson

15 febrero, 2023

El 11 de septiembre de 1973, bajo el liderazgo del general Augusto Pinochet, el ejército chileno dio un golpe de estado. El presidente democráticamente elegido del país, el líder socialista Salvador Allende, se quita la vida antes de que los golpistas lo alcancen.

El día anterior, un joven de Tvååker, Svante Grände, de 26 años, había huido a las montañas inaccesibles del sur del país. Junto con algunos camaradas, se une al movimiento de resistencia marxista-leninista Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), donde recibe el título de Comandante Julio, o «el Sueco».

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En la misma montaña, en la provincia de Panguipulli, se encuentra ahora Anders Grände, hermano pequeño del guerrillero de Halland.

– Después del golpe, se quedó escondido aquí, en estas montañas. Es una experiencia muy emotiva, afirma Anders Grände.

El viaje ha sido organizado por el viejo amigo universitario de Svante Grände, Per-Ulf Nilsson, quien también escribió un libro («Löjtnant Julio», 1989) sobre las creencias políticas y la corta vida de su amigo.

– Per-Ulf contactó a la familia hace un tiempo y les dijo que bajaría aquí a Chile, para seguir los pasos de Svante, y preguntó si alguno de nosotros estaba interesado en ir con él. Lo agarré, dice Anders Grände.

En Chile, conoció a varios de los camaradas guerrilleros de su hermano, y también a muchos de los trabajadores forestales a los que Svante enseñó a leer y escribir antes del golpe. Las reuniones han sido abrumadoras, dice Anders.

– Es una experiencia extremadamente emotiva. Me sorprende lo vivo que todavía está para ellos: cuánto lo recuerdan y con qué profundo sentimiento lo recuerdan. También para ellos es completamente único que un gringo, un europeo de los países nórdicos, esté completamente de su lado y luche por su causa. Contra la opresión y la dictadura.

– La gente que ha oído que estoy aquí ahora me busca, sólo para poder saludar. Es conmovedor. Totalmente impresionante.

Afectados por la guerra de Vietnam

Svante Grände nació en Varberg el 25 de marzo de 1947. Era el quinto hijo de un grupo de siete hermanos, hijo del párroco de Tvååker, Gustaf Grände, y su esposa Anna-Carin.

Anders Grände recuerda haber crecido en una situación segura y armoniosa, y que su hermano mayor era reflexivo e interesado en la naturaleza.

– Teníamos una cabaña de verano en las afueras de Varberg y Svante solía ir allí solo. Llevó un diario de las vicisitudes de la naturaleza y construyó una cabaña en el bosque donde podía espiar al halcón peregrino, que sabía que tenía allí un nido.

En 1965, Svante Grände recibió una beca para estudiar un año de secundaria en Estados Unidos. Ese mismo año, las primeras tropas estadounidenses llegaron a Vietnam y la guerra era inminente.

– Perdió un hermano en Estados Unidos. El hijo de su familia anfitriona recibió una orden de citación y eso despertó algo en Svante, dice Anders Grände.

– Habíamos recibido una educación cristiana. La justicia y el respeto por los demás eran importantes para mis padres, y Svante reaccionó ante cómo una gran potencia podía arrogarse el derecho de atacar a otro pueblo.

La ola roja que a finales de los años 60 arrasó el mundo y Europa también arrasó Svante Grände. En la primavera de 1968, cuando estudiaba francés en Marsella, se produjo la llamada Revolución de Mayo. Se organizaron huelgas y manifestaciones en varios campus universitarios de Francia y, ese mismo año, Svante experimentó la Primavera de Praga en Checoslovaquia.

La madre: «Era la misión de su vida»

Durante sus visitas a la rectoría, las opiniones políticas de Svante a veces generaban conflictos, recuerda Anders Grände.

– Hubo discusiones entre Svante, mis hermanos mayores y nuestro padre. Realmente no creo que se entendieran.

Pero los padres al mismo tiempo tenían mucha fe en su hijo. En el documental de SVT «El teniente Julio, un sueco extranjero» de 1980, la madre Anna-Carin expresa con palabras sus sentimientos:

– Por supuesto que estábamos un poco asustados por toda esta nueva revuelta juvenil. Y que nuestro magnífico, estable y sensato Svante se habría dejado llevar. Sentías preocupación en el fondo, pero al mismo tiempo pensábamos que Svante probablemente sabe lo que está haciendo […] También es cierto que no teníamos ningún deseo mayor que el de que el trabajo al que se dedicarían nuestros hijos sería útil para otros.

En agosto de 1974, después de casi un año en la guerrilla, Svante Grände abandonó América del Sur y regresó a Suecia y Tvååker. Pero la lucha por la liberación no había terminado y la visita fue breve.

– Svante dijo en seguida que volvería, no hubo discusión. Se quedó allí un mes y luego regresó, cuenta Anders Grände.

En «El teniente Julio, un sueco extranjero», la madre Anna-Carin habla de la felicidad de tener a su hijo con ella. Y sobre la decisión de no intentar convencerle de que se quede.

– Sabíamos que era la tarea de su vida. Para él era una condición de vida continuar por ese camino. ¿Y cómo podríamos entonces ser tan presuntuosos como para decir: «Svante, es esto cierto? Quedarse en casa.»

Ella continúa:

– Lo seguí hasta la estación de Varberg cuando estaba a punto de viajar. Y no hace falta decir que fue increíblemente emotivo, pero después, cuando pienso en ese momento, fue más como un padre despidiéndose de su hija que una madre de un hijo. Era él quien representaba la fuerza y ​​la seguridad, y no yo.

Asesinado a tiros en Argentina

Antes de irse, Svante le dijo que alguien se comunicaría con Anders una vez al mes: una voz anónima por teléfono que confirmaría que Svante todavía estaba vivo.

Las llamadas llegaron puntualmente durante un año, pero en octubre de 1975 el teléfono nunca sonó. Svante, que se había unido al Ejército Revolucionario del Pueblo en Argentina a instancias del MIR, fue asesinado a tiros en la provincia argentina de Tucumán.

Anders Grände había perdido a su hermano.

– Fue una gran tristeza, por supuesto, aunque no fue una sorpresa. Svante nos dejó bastante claro que formaba parte de un movimiento de resistencia, con todos los riesgos que ello implicaba. Sabíamos que los militares en Argentina eran duros, esa era la realidad política.

El cuerpo de Svante Grände nunca fue encontrado, pero se celebró un servicio en la iglesia de Tvååker en su memoria.

– La iglesia estaba llena. Anders recuerda que venía mucha gente.

Durante sus años en América Latina, Svante Grände escribió muchas cartas a sus padres. Uno de ellos está fechado el 4 de agosto de 1973, poco más de un mes antes del golpe militar. El descontento con las reformas de Allende estaba hirviendo entre los ricos y privilegiados de Chile, y Svante vio nubes oscuras asomando en el horizonte. Se preparó para la tormenta que se avecinaba.

Naturalmente, uno desea que no llegue a un enfrentamiento sangriento […] Pero si la historia es el largo y doloroso camino de la humanidad hacia algo que llamamos libertad, también debemos darnos cuenta de que una sociedad nueva y más justa tampoco puede nacer sin sufrimiento. Y cuando llegue el momento, todo hombre consciente debe darse cuenta de su papel y de su deber.

Jens Andersson

jens.andersson@nyavarbergsposten.se

El SUECO Y LOS MIRISTAS DE NELTUME [1]

El compañero SVAENTE GRAENDE, Teniente Julio en la Compañía de Monte RAMÓN ROSA JIMÉNEZ del ERP y militante del MIR chileno fue muerto el 14 de octubre de 1975 en una emboscada tendida por el Ejército contrarrevolucionario en la zona de Yacuchina, en la provincia de Tucumán. Llamado por los chilenos «El Sueco», Julio era un cuadro político y militar veterano, caracterizado por un espíritu extraordinariamente reflexivo en la discusión y planificación y por una enorme audacia y coraje en la acción. Alto, rubio y de ojos claros tenía a lo más 25 años de edad. Había nacido en Suecia desde donde se traslado a Chile en 1972 o 1973 a trabajar como técnico es el «Complejo Panguipulli» una gran empresa maderera ubicada en la Cordillera de la provincia de Valdivia, muy próxima a la frontera con Argentina.

Así. al calor de las luchas campesinas pidió y obtuvo su incorporación al MIR para 1973. Producido el sangriento golpe militar contra gobierno popular de Salvador Allende, «El Sueco» junto a otros militantes del MIR, tras un fallido intento de tomar un retén policial, se internan en la zona cordillerana. Luego de combatir durante 3 meses, una parte del grupo logra romper un enorme cerco militar lanzado en su contra, y cruzar la Cordillera hacia nuestra Patria, donde se incorporan a la Compañía de Monte RAMÓN ROSA JIMÉNEZ a pedido de la Dirección del MIR chileno. ESTRELLA ROJA publica hoy en sus páginas el siguiente relato de un militante del MIR, que hoy se encuentra combatiendo en la Compañía de Monte, y que participó junto al Teniente Julio en esa primera experiencia guerrillera rural en Chile.

*

El 11 de septiembre de 1973 día del sangriento golpe militar en Chile contra el gobierno popular de Salvador Allende, nos encontrábamos con algunos con algunos compañeros en Neltume un poblado del Complejo Maderero de Panguipulli. El Comité Regional del MIR en la provincia de Valdivia resolvió el ataque al retén policial de Panguipulli acción que llevó adelante un grupo de unos 40 compañeros, pero que desgraciadamente fracasó debido a la encarnizada resistencia de los milicos y a nuestra propia inexperiencia en la lucha armada. El ataque comenzó a las 23 de ese día y nos retiramos a las 5 de la mañana siguiente. Un grupo regresó a Neltume. Otro, de 15 compañeros entre los cuales yo me encontraba emprendió la marcha en dirección a la cordillera, cuando nos encontrábamos a 4 km. del poblado escuchamos el ruido de los helicópteros y comprendimos que los militares asesinos estaban masacrando a los pobladores. Continuarnos subiendo unos 6 km. más hasta llegar a Pilmaiquén donde se realizó una asamblea obrera. Allí explicamos a los compañeros que el golpe de los militares era solo una derrota táctica y que debíamos continuar la lucha por nuestra liberación definitiva. La gente nos recibió muy bien y nos invito a comer en sus casas. Fue en esos momentos cuando comenzó la represión sobre el poblado. De los 15 solo 5 pudimos escapar de las garras del bárbaro enemigo.

Sabíamos que Julio, «El Sueco’» se encontraba en la zona y era quien llevaba el trabajo político del MIR entre la población. No lo conocíamos. personalmente pero con tanto cariño y respeto nos hablaban de él los pobladores, que no veíamos las horas de conocerle. Nos resultaba extraño que en nuestras filas hubiera un compañero extranjero tan dedicado a la lucha revolucionaria. Nos dirigimos hacia Alquilhué a donde llegamos después de 3 días de caminata. Tres días sin comer y sin dormir, hasta el punto que teníamos alucinaciones. Veíamos casas donde no las había. Finalmente llegamos a la casa de un contacto y le preguntamos por el Sueco. Aún la represión no había llegado a la zona. Nos ayudaron. Un compañero se quedó en la casa a esperar al Sueco y los otros cuatro nos internamos en el monte. A la noche siguiente vino el compañero acompañado del Sueco. Inmediatamente nos hizo un detalle de la situación en la zona. E inmediatamente todos comenzamos a respetarlo y quererlo profundamente. Dijo que no debíamos dejarnos impresionar por la ferocidad de los militares, que nuestra guerra era larga, donde deberíamos sortear miles de dificultades y sacrificios. Que en esos momentos críticos lo fundamental era la serenidad y la firmeza, y sobre todas las cosas, la confianza en nuestra clase obrera y nuestro pueblo y la certeza de que la causa de la liberación sería coronada por la victoria. Sus palabras nos llenaron de coraje y decisión.

Nuestro grupo se constituía de 11 compañeros. El 20 de septiembre escuchamos en la radio que 25 militantes del MIR habían sido fusilados en la provincia de Valdivia. La noticia nos golpeó a todos. Comprendimos que estábamos en guerra e hicimos un juramento de continuar la lucha. Julio dijo que teníamos que reemplazar a los compañeros caídos y que el pueblo chileno tenía plenas esperanzas en el MIR. A esta altura de los acontecimientos, las fuerzas represivas habían detectado nuestra presencia en la zona y dispuestos a aniquilarnos, todo su poder de fuego se concentró sobre nosotros. El Sueco era buscado «VIVO O MUERTO’». Tres fusiles, tres pistolas y 16 proyectiles de fusil componían todo nuestro armamento. Cuatro mil efectivos enemigos iniciaron el cerco contra nuestro grupo. Desconectados y sin noticias de lo que sucedía en Santiago -Capital de Chile- resolvimos enviar un compañero para que tomara contacto con la Comisión Política del MIR.

Julio siempre nos proporcionaba orientaciones claras y precisas, una y otra vez nos repetía que lo principal era estar vinculados con la población, recurrir a ella para que nos ayudaran. Su paciencia, dedicación y espíritu de sacrificio eran extraordinarios. El cerco enemigo se cerraba cada vez más, era muy difícil llegar a las casas de la gente porque los milicos controlaban los poblados. Julio insiste en buscar la forma de ligarnos con el pueblo y que para ello debemos hacer citas fuera de las casas: «Nadie mejor que los lugareños para informarnos sobre los movimientos del enemigo’», decía el Sueco. Al mismo tiempo planteaba la necesidad de prepararnos militarmente, hacer prácticas de emboscadas, reconocimiento del terreno, estudiar las costumbres de la población y otras tareas. Una noche 3 compañeros entre quienes se encontraba el Sueco bajaron en busca de alimentos. Mientras Julio permanecía ocultó al pie del monte con los comestibles, los otros compañeros sostuvieron un enfrentamiento con el Ejército Opresor, emboscado en una escuelita, un cabo resultó muerto. Analizamos la situación y vimos como seguro que el enemigo entraría al monte en nuestra busca. Montamos trampas vietnamitas. A las 11 de la mañana divisamos una columna enemiga de 20 hombres que venla subiendo.

El compañero MARIO EDUARDO SUPERBY *jefe del grupo que estaba emboscado junto a otras compañeros, de un solo disparo de su fusil Garand, mató al milico que encabezaba la marcha.

Resolvimos emprender la retirada. Con la mochila al hombro avanzamos unos 2 km; el monte era muy cerrado y hacía mucho frió. Al día siguiente los helicópteros y avionetas de observación sobrevolaban la zona. Avanzamos por el Valle La Vaina, la marcha era muy lenta y dificultosa. Durante el trayecto, un compañero se perdió y fue imposible encontrarlo. A las 13 hs. aparecieron 3 aviones bombarderos en picada y comenzaron a bombardear la zona, durante 3 horas seguidas. Cuando no lo hacían ametrallaban desde el aire con 0.50. Nos protegíamos en los árboles más gruesos. Aprovechábamos los momentos en que las aviones iban a Puerto Mont a cargar explosivos, para avanzar en la caminata.  Llegamos al final del Valle donde se eleva el volcan Chouenco y comenzamos a trepar bordeándolo. La vegetación espesa fue desapareciendo, todo estaba cubierto de nieve. El frío nos traspasaba los huesos, no teníamos ni vestimenta adecuada, ni alimentos. Esa noche descansamos. El bombardeo recomenzó al mediodía siguiente. Seguimos ascendiendo. La vegetación se componía de arbustos de 50 cm, y árboles secos. Un helicóptero paso observando con largavistas a solo 50 mts. de altura. Superby nos explicaba que no nos veían y que el empleo de la aviación en el monte es sólo un arma psicológica del enemigo. A las 5 de la tarde la presión del enemigo comenzó a mermar.

Caminamos y caminamos en medio de la nieve; cuando llegó la noche empezamos a bajar por una quebrada muy escarpada y peligrosa. En algunos lugares nos enterrábamos en la nieve hasta la cintura. Una semana habíamos tardado en cruzar el monte y salir del cerco enemigo. Nos enteramos que habíamos llegado a Río Chico. Inmensa fue nuestra sorpresa cuando en la casa de un colaborador… ¡nos encontramos con el Sueco! ¡Allí estaba, esperándonos y con alimentos! Todos nos abrazábamos con infinita alegría. Julio nos dijo que casi había perdido la esperanza de encontrarnos vivos y nos relató lo que había hecho él esos días. Como dije antes, al producirse el primer enfrentamiento de los dos compañeros con los milicos, Julio se encontraba solo, con las provisiones, oculto al pie del cerro. Desde allí presenció el operativo de cerco realizado por los milicos contra nosotros y también el bombardeo. Imaginó que lo único que podíamos hacer nosotros era subir y bajar del otro lado en Río Chico, y resolvió marchar hacia allá. Con una pistola con 2 balas, el Sueco eludió una y otra vez a las fuerzas represivas y llegó a Río Chico.

Decidimos salir de la zona, el enemigo estaba solo a 1 km. de distancia. Caminamos una noche y llegamos a Pilmayquen. Seguimos hasta la zona de Neltume donde acampamos. El Sueco se va con la doble misión de buscar una vez más al compañero perdido en la marcha y a una cita con el que había ido a Santiago a conectarse con el MIR. Regresó sin encontrar a ninguno.

Los pobladores le ofrecían a Julio pasarlo a la Argentina, le decían: «Don Dante tiene que irse, lo van a matar.” Pero él con mucha seriedad y firmeza les explicaba que no, que su puesto estaba en Chile y no habría de irse en los momentos difíciles. Por otra parte, la gente nos tenía mucha confianza. A pesar del terror desatado por los militares muchos compañeros pedían su incorporación a nuestras filas. La represión sobre la población de Neltume y Chouenco fue brutal. Julio insistía en no despegarnos de la gente a la que visitábamos para organizarla, al tiempo que nos preparábamos para la guerrilla rural, sobre todo con prácticas de emboscadas.

En diciembre realizamos una reunión donde resolvimos salir del monte para ir en busca de contacto con el MIR a nivel nacional. Unos iban a Santiago, otros a Valdivia, otros a Cautin; Julio y otros compañeros, a la Argentina y 2 compañeros quedarían en el Complejo para fortalecer y ampliar el trabajo entre la gente. Cuatro compañeros divididos en grupos de 2 salen en busca de ropa civil y a vender una radio. Al frente de uno, iba nuestro querido y valiente jefe Mario E. Superby y el compañero Víctor oriundo de la zona. Fueron cercados en una casa por 20 carabineros. A Víctor que solo tenía un rifle 22, lo ametrallaron. Superby, con inigualable arrojo enfrentó a la milicada con su única arma: un cuchillo. El enemigo le amputó un pié con el disparo de sus ametralladoras, y después de torturarlo bárbaramente sin lograr una sola palabra de sus labios, lo trasladaron en un barquito a Valdivia. MARIO EDUARDO SUPERBY militante ejemplar del MIR, y Héroe de la Revolución se desangró y murió en el camino. Los otros dos compañeros también cayeron prisioneros y fueron fusilados. Quedamos 5 compañeros: Dago, Julio, 2 compañeras y yo. Elegimos a Dago responsable del grupo por ser el más antiguo en el MIR.

El 25 de diciembre nos fuimos de la zona, los helicópteros sobrevolaban a 200 mts. del campamento. El enemigo nos buscaba encarnizadamente. No teníamos ni ropa, ni documentos, ni dinero. El Sueco plantea que crucemos la cordillera, vayamos a la Argentina y allí nos conectemos con el MIR. Le explica a la gente que volveríamos a ocupar nuestros puestos de combate, que nos íbamos a buscar contacto con nuestra organización, pues nada podíamos hacer en las condiciones en que nos encontrábamos. Con la ayuda de la población cruzamos la cordillera en 15 días. En enero de 1974 llegamos a la Argentina con el escaso dinero que nos quedaba; habíamos vendido todo la que teníamos; Julio fue a Buenos Aires y finalmente tomó contacto con el MIR.

Estuvimos viviendo durante 4 meses los cinco en una casa. Para aprovechar el tiempo, el Sueco nos daba cursos de marxismo y educación política. Pidió viajar a Suecia a ver a su padre enfermo y a su familia. Lo hizo clandestinamente y regresó en el plazo previsto. Inmediatamente después del fusilamiento de los 16 combatientes del ERP en Catamarca. Dago, Julio “el Sueco” y yo, nos integramos a la Compañía de Monte RAMÓN ROSA JIMÉNEZ del ERP en Argentina. Combatiendo heroicamente en Manchalá contra el Ejército Contrarrevolucionario argentino, cayó Dago con el grado de Sargento del ERP en los cerros tucumanos. El 14 de octubre de 1975, en una emboscada en una finca de Yacuchina, fue muerto el Teniente Julio, «El Sueco», quien en la Compañía de Monte se desempeñaba como comisario político de su pelotón. La Revolución Latinoamericana sufrió una perdida inmensa. El Teniente Julio, fue un militante revolucionario ejemplar, que como nuestro Comandante Guevara, se ha transformado en símbolo glorioso del internacionalismo proletario.

[1] Titulo original: LA GUERRILLA DE PANGUIPULLI. Publicado en Estrella Roja nº 71. Marzo de 1976

*https://memoriaviva.com/nuevaweb/ejecutados-politicos/ejecutados-politicos-s/superby-jeldres-mario-edmundo/

Svante Grände: el hijo del sacerdote que se convirtió en guerrillero chileno

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