"Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Vendré pronto".
Así comienza esta historia. Pero el bombero no regresó, como tantos otros, como tantos
"liquidadores" que dieron sus vidas por detener el infierno desatado y construir un sarcófago que enterrara la radioactividad.
Así trabajaron los "liquidadores":
A nuestro alrededor todos decían: vamos a morir...Para el año dos mil los bielorrusos desaparecerán. Mi hija tenía seis años. La acostaba a dormir y ella que me susurraba al oído: "Papá, quiero vivir, aún soy muy pequeña". Y yo que pensaba que no entendía nada.
¿Usted puede imaginarse a siete niñas calvas juntas? Eran siete en la sala. ¡No, basta! ¡Acabo! Mientras se lo cuento, tengo la sensación, mire, mi corazón me dice que estoy cometiendo una traición... Porque tengo que describirla como si no fuera mi hija... Sus sufrimientos...
Mi mujer llegaba del hospital... Y no podía mas. " Más valdría que se muriera, antes que sufrir de este modo. O que me muera yo; no quiero seguir viendo esto".¡No, basta!¡Acabo!No estoy en condiciones. ¡No!
La acostamos sobre la puerta. Encima de la puerta sobre la que un día reposó mi padre. Hasta que trajeron un pequeño ataúd... Pequeño, como la caja de una muñeca grande.
Quiero dejar testimonio: mi hija murió por culpa de Chernobyl. Y aún quieren de nosotros que no lo recordemos.
Este es otro de los estremecedores testimonios, otra voz de Chernobyl, una residente de la zona llamada Zidaína Yevdokimovna Kovalenko:
Me ocurrió una historia... Tenía yo un buen gatito, Vaska. En invierno me asaltaron las ratas y no había modo de librarse de ellas... Se me metían debajo de la manta.... El tonel donde guardo el grano, le hicieron un agujero. Vaska fue quien me salvó. Sin Vaska hubiera estado perdida. Con él comía y charlaba... Pero entonces Vaska desapareció... Puede que lo atacaran los perros hambrientos y se lo comieran. Todos andaban famélicos, hasta que se murieron; los gatos también pasaban tanta hambre que se comían a sus crías; durante el verano no, sino con la llegada del invierno. ¡Válgame Dios! Las ratas hasta se comieron a una mujer... Se la zamparon...Las malditas ratas pelirrojas. Si es verdad o no, no sabría decirle, pero eso es lo que contaban. (...)
En un tiempo vivimos con alegría. Durante las fiestas cantábamos, bailábamos. Con el acordeón. Y ahora esto parece una prisión. Cierro, a veces, los ojos, y recorro la aldea... Qué radiación ni qué cuentos. cuando las mariposas vuelan y los abejorros zumban. Y mi Vaska cazando ratones... (Llora).
Dime, hija mía, ¿has comprendido mi tristeza? Se la llevarás a la gente, pero puede que yo ya no esté. Me encontrarán en la tierra... Bajo las raíces..."
Un libro de testimonios altamente recomendable para no olvidar. Creo que olvidamos con demasiada facilidad y por eso las historias se repiten. El desastre de Fukushima tampoco debemos olvidarlo. Sigue ahí tras cuatro años y se siguen vertiendo diariamente en el mar toneladas de agua contaminada.
10 curiosidades del accidente de Chernóbyl: