Los astros se alinearon para que las giras de los reyes del punk canadiense -o lo que queda de ellos- y el legendario guitarrista de New York Dolls, acompañado por dos titanes como Stevie Klasson -quien semanas atrás dio un fabuloso show en el Cafe Marula para una treintena de afortunados- y Sami Yaffa, coincidiesen en la Ciudad Condal y algún avispado promotor decidiese montar un doble cartel de nivelazo. Sinceramente, en su día ignoré a Black Halos. Los pocos temas que escuché 15 años atrás, en la era de "The Violent Years", cuando recibieron una fuerte exposición en el Popu, me sonaron a punk cutre y ratonero, por lo que siempre mantuve al margen de esta banda. Mi aliciente para acudir a la portuaria Sala Monasterio radicaba en Sylvain Sylvain y sus Trash Cowboys: me encantan New York Dolls -inolvidable su actuación de 2007 en esa Sidecar al 200% de su aforo legal- y los dos sujetos antes mencionados son pequeños héroes personales. Por ellos compré mi ticket de manera anticipada -afortunadamente, pues la velada suscitó una increible expectación y muchos se quedaron en la calle- en la lencería Raquel Coloma, el lugar más sexy imaginable donde comprar una entrada.
Sobre lo de Sylvain Sylvain & The Trash Cowboys, tampoco seré tan rancio como para catalogarlo de un mal concierto; es más, cuando atacaron clásicos perennes de NY Dolls como "Pills", "Trash", "Personality Crisis" o, sobretodo, "Jetboy", llegamos a presenciar algo grande; sin embargo, durante buena parte de la velada semejante constelación de estrellas pecó de distensión y buenrollismo, dando más la sensación de un nos-juntamos-3-músicos-famosos-para-tocar-en-una-fiesta-de-colegas-y-que-salga-lo-que-salga que de un espectáculo profesional por parte una banda bien conjuntada. Personalmente, de un Sylvain+Yaffa+Klasson esperaba más. Cómo con Black Halos, cuestión de expectativas.