Szimpla kert, un bar de desechos en budapest

Por Los Viajes De Milu Miguel Y Lucía @losviajesdemilu
En la época de consumismo masivo en la que vivimos los proyectos alternativos que hacen un uso más responsable de su entorno son siempre de elogiar. Más si cabe cuando hablamos de innovar en el mundo de la vida nocturna de Budapest, una de las ciudades más interesantes del centro de Europa.

Siendo la capital de país, que además cuenta con aproximadamente el 20% de la población total de Hungría, no es de extrañar que todo aquel que quiera un fin de semana de excesos acuda a Budapest para obtenerlo. Por tanto, la vida nocturna en la ciudad se convierte en una magnífica oferta que supone a los empresarios una competencia tremenda. Destacar es difícil y las ideas novedosas son cada vez más caras en una sociedad en la que todo parece inventado.

Pero en 2001 Ábel Zsendovits y Márk Gauder tuvieron una idea genial. Partiendo de un par de casas completamente en ruinas en el barrio judio de Budapest, no muy lejos del Danubio, construyeron un imperio que con un nombre tan sencillo como Szimpla (sí, simple) se ha convertido en seña de identidad de la capital húngara y en franquicia, con locales similares en el lago Balaton, Berlín y pronto uno en la ciudad húngara de Vác.

Detrás del Szimpla hay dos conceptos muy claros. Por un lado ofrecer un espacio transgresor, joven, que atraiga a locales y a turistas por igual, pero siempre de una clase cultural alta. Un multiespacio que sea el lugar elegido tanto para tomar un tranquilo café y escribir como para comenzar o incluso terminar una noche loca de fiesta en Budapest.

Por el otro el reciclaje como marca de identidad, consiguiendo así no solo abaratar costes de mobiliario y restauración del edificio, sino que también dar una imagen singular, muy particular y que no deja indiferente al visitante novel.

Cualquier desecho no orgánico que os podáis imaginar podría tener cabida en el Szimpla. Antiguas bañeras convertidas en sofás, viejos monitores de ordenador que con un poco de neón y la cabeza de un maniquí se vuelen la iluminación perfecta de un íntimo rincón, luces de Navidad en cualquier época del año, sillas de todos los colores, materiales y tamaños.

Fotografía: Nos la envía nuestro amigo y Manuel Lora en su viaje a Budapest y Alberto Toniolo.