Tabaquismo, cáncer y longevidad.

Por Antoni Xavier Torres Collado @cienciaesfacil

Y venga con que la abuela fuma Winston. Fuente Flickr

Está claro que la vida mata. No hay nada más cierto que algún día dejaremos de tener un intercambio energético con el exterior, que se pararan la mayoría de reacciones químicas de nuestras células y que dejaremos de existir como seres vivos. Nuestro mayor amigo (el aire que respiramos que contiene oxigeno) es también nuestro mayor veneno: oxida y daña nuestro ADN haciendo que todas nuestras células vayan envejeciendo inexorablemente. No es menos cierto que si tenemos llevamos una vida sana, conseguiremos retrasar la llegada de la señora de la guadaña, al menos en parte. Conocer en cuanto es responsable de nuestra longevidad la manera en que nos comportamos y cuanto lo es nuestra genética puede ayudar a desarrollar nuevas terapias para retrasar el envejecimiento y la enfermedad.

Con ese objetivo un equipo de investigadores de la universidad de California, Los Angeles (UCLA) han comparado el genoma de personas fumadores muy longevas con el de personas de personas fumadoras que no vivieron más de 70 años. El motivo es simple: esas personas fumadoras longevas deben tener algo en sus genes que evitan los daños provocados por el humo del tabaco. Poseen mecanismos celulares capaces de reparar el daño infringido por el humo del tabaco. Mecanismos que están posiblemente ligados a esa longevidad extrema. Realizando esa comparación, fueron capaces de encontrar una serie de genes que pueden ayudar a predecir la predisposición individual a la longevidad, e incluso a la predisposición al cáncer. De hecho, gran parte de los genes descubiertos son genes que son muy importantes en el desarrollo del cáncer. 

Este estudio está en consonancia con lo que se sabía hasta el momento de la longevidad, que es un hecho que viene determinado no por un sólo gen, sino por la combinación de múltiples genes. Es evidente que no se relaciona en ningún momento que el tabaquismo sea el que te provoca la extrema longevidad, sino que es la manera de mirar las características genéticas de ciertos individuos longevos que además son resistentes al estrés fisiológico que les ha provocado toda una vida de aguantar malos humos. Son datos que nos ayudarán a entender no sólo como llegar a más viejos, si no como llegar mejor a viejos. Esos genes son lo que están implicados en evitar lo inevitable de la vida, esos pequeños problemas que se van acumulando y que acaban provocando lo inevitable: que como organismo dejemos de ser capaces de mantener ese equilibrio de reacciones químicas que nos mantienen con vida.

Referencias.