Hoy por fin conseguimos reservar en la Taberna Pedraza, un honesto restaurante en la C/Ibiza, 38, en Madrid.
Por una casualidad fuimos espectadores de excepción pues estábamos situados en lo que ellos llaman "El palco". Es una zona de barra con vistas directas a la parrilla y con un camarero único, Samuel, que nos atendió maravillosamente y estaba pendiente de nosotros en todo momento.
La taberna ahora ocupa un local nuevo, contiguo al antiguo (bueno, separados por un portal) y parece un espacio años 50 con mosaico de mármol de colores en el suelo, maderas, cristal y dorado.
Estas son fotos de la antigua taberna, ahora cerrada, pero que Carmen Carro (la encantadora dueña, junto a su marido, también en los fogones y la parrilla, Santiago Pedraza) nos ha soplado que van a reconvertir en un restaurante de cocido.
Ya nos habían hablado de su Tortilla al estilo de betanzos, poco cuajada, con patatas cortadas en cuadraditos y con huevos fresquísimos.
En la sala tienen un contador de tortillas que va plasmando el número de las que van cocinando. Hay días en que han llegado a hacer hasta 56 tortillas! Cuando te llega la cuenta, con el ticket te entregan el número de tortilla que has devorado. La nuestra era un número capicúa precioso: 12621.
Hicimos un recorrido por la carta, pues tienen medias raciones y bocados individuales. Su cocina recorre España apoyándose en los mejores productos, con preparaciones sencillas y tradicionales y una hermosa parrilla de carbón.
Probamos la Ensaladilla de Carmen, muy fina, pero a mi gusto un poco sosa, con un toque de piparras por encima.
No podían faltar en nuestra comanda dos especialidades de la casa: Croquetas melosas de jamón ibérico y Felinos (los clásicos tigres o mejillones troceados en su concha con bechamel con su toque picante, empanados y fritos)
Tengo que confesaros que soy muy, muy exigente con las croquetas, pues mi madre Concha es una fiera haciendo croquetas (habrá envuelto unos cuantos miles de todo tipo en sus 80 años de vida y le salen de vicio). Las de Carmen no me defraudaron, muy al contrario, están hechas con una bechamel semilíquida que es un auténtico delirio.
De hecho, pregunté a Carmen cómo era posible que pudiera envolver esas croquetas con esa textura tan líquida. Me dijo que realmente era muy difícil llegar a la pasta correcta y que se desechaban muchas croquetas que no pasaban el filtro pues no llegaban al límite de la envoltura adecuada.