Táctica de columnas oblicuas: batalla cabo Trafalgar
Breves apuntes de la obra: "Estudios sobre Trafalgar: Tempestad, Marinos e Imperio "
[...]La táctica de dos columnas oblicuas motivó que gran parte de los navíos franco-españoles quedaran ajenos al conflicto por la excesiva longitud de la formación. Ese era el propósito de Nelson. La extensión de la aliada, según distintas fuentes, variaba desde las 3 millas de longitud hasta las 9 millas.La precisión no es relevante visto lo caótico del desarrollo del combate.
Rota la línea aliada por la columna británica, a la altura del Santísima Trinidad, el San Agustín acudió a su defensa por sotavento .Cagigal ordenó a su gente pasar a la banda de estribor y por señal del Santísima Trinidad, arribar y sostenerle en su desventaja, reanudando el combate. Posteriormente se dirigió contra un navío de tres puentes que le batía por estribor a quien destrozó sus vergas en las primeras descargas.
Rendido el Santísima Trinidad, los dos navíos de tres puentes ingleses ocuparon las aletas enfilando sus baterías contra elSan Agustín. Simultáneamente, por el otro costado, dos navíos cañoneaban su amura de estribor.
Así fue. El Leviathan, de 74 cañones y dos puentes, comandado por Henry William Bayntun, puesto rumbo N, atacó y abordó al San Agustín que soportaba los cañonazos de los navíos Conqueror, de 74 cañones y dos puentes, comandado por Israel Pellew, Africa, de 64 cañones y dos puentes, comandado por Henry Digby y Britannia, navío de tres puentes y 100 cañones, comandado por Charles Bullen.
Algún autor sostiene que, junto al Leviatán, se unieron los navíos Orión, de 80 cañones y dos puentes, bajo el mando de Edward Codrington y Ajax, de 74 cañones y dos puentes, mandado por John Pilford. Es una afirmación que no he podido contrastar por otras fuentes.
Fueron el Leviatán, el Conqueror, el Africa y el Britannia quienes asfixiaron la bravura del San Agustín.
No podría ser de otro modo ante tal contundencia. Soportar el fuego artillero ingles con cañones, de distinto calibre, de a 32 y de a 24 libras[5] y responder con cañones de a 24 y de a 22 libras[6] , convirtió el combate en una dilatada escena de destrucción. Bóvedas de humo alzándose hacia el infinito y explosiones que rompían los tímpanos, metralla y un tiempo que se detuvo por los fieros bramidos de la pólvora, las olas y las balas; la sangre, la sal y la muerte.
El testimonio del combate, rubricado y firmado por el brigadier Jado y Cagigal, es recogido en distintos estudios.En ellos testimonia los siguientes hechos
En los momentos finales del combate, cuando el silencio y la calma cayeron sobre una atmósfera oscura de navíos devastados, D. Joaquín Arce, ayudante del mayor general Gravina, comunicó oír fuego, allá... en la lejanía..., a barlovento. Eran cañonazos del San Agustín defendiendo todavía su insignia.
Se repelieron dos intentos de abordaje hasta que a las 17:30, solamente quedaba gente en las baterías sin poder oponer resistencia a un tercero. Consumado, embarcaron más de 150 ingleses con dos oficiales y un guardia marina.
El estado del buque en el momento de su rendición presentaba desarbolamiento del palo de mesana, agujereados el palo mayor, trinquete y bauprés, así como múltiples cañonazos a flor del navío que producían vías de agua que lo hacían ingobernable.
Sus bajas ascendieron a 180 muertos y 200 heridos, entre ellos, su comandante, de una dotación de 711 hombres. La relación de bajas es indiciaria de la intensidad del combate.
Quizás se pudieron evitar tantas, pero la adversidad impone siempre desafíos inesperados. Su situación tan comprometida en la línea de la combinada condicionó la voluntad del comandante Jado en su defensa y ataque.
Y es, en esos momentos, cuando las cualidades espirituales del oficial deben manifestarse indubitadamente. Von Clausewitz reflexionó sobre este aspecto de todo conflicto: las magnitudes morales se encuentran entre los objetos más importantes de la guerra [...] porque la guerra es una magnitud moral en sí misma