La segunda película del director norteamericano Jeff Nichols hace suya las aparentes virtudes del cine independiente (valentía y frescura) para ofrecer al espectador un relato consistente en la forma y eficaz en su contenido. Se trata de un filme de género en el más estricto sentido de la palabra (drama psicológico) y en el que para empezar a hablar hay que poner dos nombres encima de la mesa, los de sus protagonistas, Michael Shannon y Jessica Chastain.