Incorformista, trabajador y tenaz, así como mucho talento desde niño son algunos de los muchos calificativos que podría dedicar a Gabriel Ureña (Avilés, 1989), el chelista principal más joven de España que con 19 años ya estaba en la Oviedo Filarmonía. Desde ese atril continuó cada día una formación que nunca termina, la semilla de los Virtuosos de Moscú prendió rápido en este avilesino y siguió disfrutando desde el chelo con grandes directores, voces de ópera que triunfan en todo el mundo, escuchado a inconmensurables solistas hasta que decidió seguir a Natalia Gutman hasta Viena donde reside en la actualidad, contactando con una de sus pianistas, la joven moscovita Sofiya Kagan (Moscú, 1982) con la que vuelve a su tierra para tocar en las sociedades filarmónicas de Gijón y Oviedo, mostrando sus avances y descubriéndonos una colega que como él, también tiene una dilatada trayectoria pese a la juventud, madurez que las tres "T" alcanzan independientemente de los años: talento, tenacidad y trabajo.
La Fantasie-Stücke op. 73 (Schumann) nos traslada en el tiempo cuarenta y un años, es de 1849 y toda una vida musical, el cello como barítono cantando con el piano tres lieder sin palabras, originalmente para clarinete, aunque ese paralelismo de timbres consiga hacer cantar cada cuerda en perfecta simbiosis con el piano, el género romántico donde Schumann también dejó huella, con un tratamiento instrumental casi sinfónico por el juego de timbres que logra sacar de los dos instrumentos, Zart un mit Ausbruck, dúo en estado puro, melodía al cello sudoroso y vibrante con el piano meciendo la poesía en estado puro, "arrebato de ternura", Lebhaft leicht diálogo entre los protagonistas, "vivaz o liviano", fraseos articulados en el mismo idioma, tensiones siempre resueltas tras cada silencio por breve que sea, con un arco por parte de Gabriel expresivo a más no poder, y Rasch und mit Feur, auténtico "disparo con fuego", arrebatos musicales por parte de ambos intérpretes, encajando los unísonos, contestándose una conversación de entrega mutua, como si estos jóvenes llevasen tocando juntos toda su vida, corta e intensa en un final encajado por ambos a la perfección. Placeres musicales del gran Robert.