Mientras, seguimos con los aprendizajes. Y en el empeño de que sigan avanzando, superándose y desarrollándose, a veces caigo en el error de empujarlos, de presionarlos. Con la de veces que he comentado aquí mismo que cada niño es un mundo, y que cada pequeño tiene su propio ritmo, en ocasiones me encuentro metiéndoles prisa. Prisa para que hagan algo, para que aprendan, para que crezcan. ¿Seré tonto?
Acabo de comprarle las zapatillas de la talla 26 a Luke, y espero que le duren todavía algún tiempo.
(¿Continuará?)
¡Que la Fuerza os acompañe!