Holaa. Bueno, llego tarde para la entrada, se supone que tendría que haberla puesto antes, pero en fin, ya veis que estoy super perdida con esto de las vacaciones no paro en casa.
Yo em he basado en esta canción:
Bien, no he traducido la canción, por lo tanto ni idea de lo que dice, me he basado en el ritmo en lo que me ha inspirado. Lo primero que me ha venido a la mente son risas y travesuras, no me preguntéis porqué pero ha sido así. Aquí os lo dejo a ver que os parece esta semana. Voy a pasarme por los vuestros enseguida.
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Con el pimentón en la mano, me acerqué sigilosamente a la habitación de la directora. Tras atravesar el pasillo, tenía la puerta de su cuarto justo enfrente, cogí aire y puse la mano sobre el pomo.–Pero ¿Qué...?– Unas manos fuertes habían quitado la mía del pomo de un empujón. No era la directora, sabía perfectamente que no volvería hasta dentro de dos semanas y nadie mas paseaba por ese pasillo. Mi sorpresa fue mayúscula cuando vi su cara. Bueno... en realidad, no fue tan sorprendente. – ¿Se puede saber qué estás haciendo aquí?––Salvarte de una expulsión segura.––¿Porqué coño me has seguido?¿No te dije que me dejaras en paz?––Si, algo oí. Una pena. No te será tan fácil deshacerte de mi.– Dijo arqueando las cejas, como si fuera una estúpida por no haberme dado cuenta antes de su afirmación.– Y ahora por favor, ¿Podríamos irnos de aquí? Se que no es un pasillo muy transitado, y menos ahora que no está la directora, pero no tengo ganas de que nos pillen y tener que dar explicaciones.––No pienso ir contigo a ninguna parte. Además...–Un ruido nos sacó de nuestra absurda conversación. El ruido venía de la derecha, parecían pasos. Jon y yo cruzamos una mirada rápida y comenzamos a correr en dirección contraria. Jon era un mimado insoportable que había decidido hacerme la vida imposible desde que llegué a este internado. Me seguía a todos sitios, hablaba conmigo a pesar de mis cortantes respuestas, y en más de una ocasión me había defendido frente a sus amigos, lo cual había desatado mi furia. Sabía defenderme sola, hacía mucho que había aprendido, no necesitaba que nadie diera la cara por mi y mucho menos él. Quizás fuera una exagerada y no tenía motivos para ponerme así, se que intentar hablar conmigo o defenderme no es exactamente “hacerme la vida imposible”, pero no tenía muy buena experiencia con la gente de su clase, y simplemente que intentara ser amigo mio era una molestia. Resultó que además de mimado era persistente, parecía que no cansarse de mis malas caras y mis cortantes respuestas. También era guapo. Muy guapo. Increíblemente guapo. Un Dios griego bajado del Olimpo para desafiar a la belleza en persona. Pero si creía que con su cara bonita y su fajo de billetes en la cartera iba a conseguir algo conmigo, la llevaba clara. Hacía mucho tiempo que había sentenciado a este tipo de hombres, para ser exactos el día en el que mi madre se casó con uno y éste la asesinó. A mi no me engañarían como a ella, porque fue eso lo que hizo. Presentó un príncipe donde había un monstruo. De repente, Jon tiró de mí, abrió la puerta que tenía a su derecha y me hizo entrar. Había estado absorta en mis pensamientos y no me había dado cuenta de que los pasos que antes habíamos oído lejanos ahora nos seguían, o por lo menos ahora eran más ansiosos y se escuchaban tras nosotros. –¿Pero qué...?––Chhhhssss.– Dijo Jon poniéndome un dedo en los labios y mirándome fijamente a los ojos. Oh Dios mio, estábamos muy cerca. Demasiado cerca. Podía sentir su respiración chocar con mi frente y mi pelo. Unas asquerosas e inevitables mariposas revolotearon por mi estómago y las maldije por hacerme sentir así ante él, me hacían vulnerable. Su dedo permaneció en mis labios más de lo necesario y una parte de mi cerebro me instaba a apartarlo, pero la otra estaba completamente derretida por su caricia. <<Mierda, tengo que ser más fuerte>>, me dije a mi misma. –Tranquila es el cuartillo de limpieza, aquí no nos buscarán.– dijo él casi en susurro que hizo que mi sangre hirviera.–¿Y cómo lo sabías?– –¿Saber el qué?––Que esto era un cuartillo de limpieza.––Llevo en este internado desde los siete años, créeme, no hay rincón que no conozca de este sitio.–Solté un bufido. Por supuesto una cosa más que él conocía. Él lo conocía todo y se empeñaba en que los demás supieran lo listo que era. El hijo de puta que mató a mi madre también solía ir de sabelotodo. Pijos asquerosos.–¿Sabes que te pones preciosa cuando te enfadas?- dijo Jon suavemente prácticamente pegado a mi oído.–Se acabó– dije acercando la mano al pomo de la puerta para salir. –No pienso estar aquí encerrada contigo ni un segundo más.Iba a recorrer el único paso que me separaba de la puerta cuando Jon tiró de mi y me acercó a el mucho más que antes. No veía otra cosa que Jon. Jon. Jon. Jon. Mierda no podía, pero estaba tan cerca, podía oler el leve toque de su colonia. Sin querer mis ojos aparcaron en sus labios, gruesos pero masculinos. Solo dejé de fijarme en ellos para posar mi mirada en sus preciosos ojos azules, dándome cuenta que enfocaban hacia mi boca. Y entonces lo supe. Lo vi en su postura, en su actitud, y en la pequeña inclinación de su cabeza. Iba a besarme. Mierda. Mierda. Mierda. No podía, no podía hacerle esto a mi madre. No me dio tiempo a pensar en mucho más antes de que sus labios entreabiertos rozaran levemente los míos. Mi respiración era entrecortada y notaba las pulsaciones de mi corazón recorriendo todo mi cuerpo. Las malditas mariposas había decidido abarcar todo mi estómago y mis manos me temblaban ligeramente mientras Jon me rodeaba la cintura con uno de sus brazos y hundía su mano en mi espeso pelo largo. Su labios eran pura poesía en los míos, los notaba dulces pero seguros. Me hacían sentir tan bien. Jon se separó unos pocos centímetros de mi y me miró con una pequeña sonrisa torcida en los labios. <<Mierda Tara ¡Viva tu autocontrol!>>. Me separé bruscamente de él y abrí la puerta, pero antes de salir me giré y le dije con la expresión más seria que conocía:–Como vuelvas a hacer eso, juro que te daré tal puñetazo que tu cara bonita dejará de serlo.– Mi voz estaba cargada de odio y antes de poder ver su reacción salí corriendo.