Yo ya era consciente de esto y desde el primer momento me planteé otras opciones para subsistir, eso sí, relacionadas con la literatura.
Mal que bien, las cosas han ido saliendo, y en este momento en el que se cumple un año de la publicación de Nunca fuimos a Katmandú (visitad el blog oficial para ver balance y reflexiones), he alcanzado otra de las metas que me había propuesto: ofrecer talleres de escritura creativa.
Creo que voy a disfrutar mucho con este trabajo y espero que también lo hagan quienes lo compartan conmigo. Me entusiasma hablar de literatura y transmitir a otros, tan ilusionados como yo, lo que he ido aprendiendo a lo largo de los años a base de práctica, lecturas y cursos.
Las fotos (hechas por Susana Villafañe), son de la charla informativa que ofrecimos el martes pasado.