Cochabamba (Bolivia), año 2000. Sebastián y Costa (director y productor, respectivamente) se encuentran en pleno rodaje de una película que rememora la llegada de Cristobal Colón en 1492 a San Salvador y recreando qué consecuencias tuvo su codicia, que le enemistó con los indígenas, con el revolucionario fraile Fray Antón y con el Padre Bartolomé de las Casas, dos defensores de los derechos de los indígenas.
Mientras, la ciudad está sufriendo la privatización del agua, lo que siembra malestar entra la población provocando la Guerra del Agua.
4000 figurantes y extras, 300 indígenas, rodada en la propia ciudad donde estalló la Guerra... También la Lluvia es un gran largometraje que invita a la reflexión de lo que sucede fuera de nuestros muros y es todo un hostiazo (no creo haya mejor definición) a nuestra conciencia.
500 años nos separan de una cruel colonización y aún seguimos con las mismas ansias de reprimir y poseer todo cuanto nos rodea.
Entre las interpretaciones, destacan Karra Elejalde como Antón, un actor excéntrico y a una botella pegado que con solvencia y verborrea construye a un cruel y salvaje Colón, Luis Malamadre Tosar como productor que llega desbordante con la idea de ahorrarse un dineral en sueldos y trabajadores aunque poco a poco se va concienciando de la realidad de Bolivia y el vulnerable Sebastián (Gael García Bernal), al que no obstantes su empatía y sensibilidad deberá tener más determinación de la que él mismo pudiera imaginar.
De los secundarios me han gustado mucho los personajes que encarnan Carlos Santos y Raúl Arévalo, dos progres de pega (que tanto abundan con un discurso barato y alejado de la realidad) que en cuanto huelen problemas saltan del barco como ratas.
Mención aparte merece Juan Carlos Aduviri Luna, que estuvo muy cerca de llevarse el premio como actor revelación interpretando a un superviviente nato que por su cáracter luchador logrará un papel destacado en la película y se revelará contra el insostenible sistema de agua, al tiempo que paralelamente, interpreta a Hatuey, un jefe indígena que puso en jaque a Colón.
Demoledoras escenas abundan en También la Lluvia (tanto las que recrean los cruentos episodios acontecidos por parte de los indígenas durante el expolio del oro como lo sucedido durante los enfrentamientos por el agua), así como un gran ejercicio de metacine poco común en nuestra Piel de Toro en el que se desgrana el complejo universo del rodaje, la ajetreada vida privada de los actores y la situación en la que se vive en la localización escogida (y el oportuno paralelismo que se crea con la historia que pretende narrar el proyecto que se está llevando a cabo).
Excelente fotografía, preciosos paisajes que se funden con los laboriosos decorados que recrean los enfrentamientos de los dosmiles y el mejor guión que ha tenido hasta la fecha Icíar Bolláin entre manos (firmado por su esposo Paul Laberty) son otra de las virtudes de También la Lluvia. No podéis perderos esta obra que, si tenéis algo de corazón, os hará sentir no del todo bien (avisados estáis).
Con siete wasabis libertadores y el trailer cerramos esta reseña.
Parafraseamos a Fray Antón:
¿Cómo podéis estar tan dormidos? ¿Cómo podéis estar tan hundidos en ese sueño letárgico?
Mirad a los indios a los ojos... ¿Acaso no son hombres? ¿No tienen almas racionales? ¿Acaso no estais obligados a amarles como a vosotros mismos?