También Lorenzo Brown es español, español, español…

Publicado el 22 septiembre 2022 por Santiagomiro

Lorenzo Brown, una de las estrellas de la selección española de baloncesto que acaba de conquistar el Eurobasket, ha pasado de ser un mercenario a sueldo a convertirse en héroe involuntario. Lorenzo sabe más bien poco de España. E ignoramos si le gusta la tortilla de patatas española porque hasta hace muy poco, la vinculación de Brown con España ha sido única y exclusivamente una camiseta y su correspondiente escudo.

Lorenzo Brown, jugador procedente de Georgia (EEUU), podría haber vestido la camiseta verde de Lituania, la azul de Francia o la blanca de Alemania. Pero se quedó con la roja de España. Y no fue el amor a la patria lo que le hizo defender nuestros colores, tampoco un ancestro perdido en su árbol genealógico. Lo de Brown con nuestro país no fue por su juego ni por su afición sino por la pasta. Sobre todo, cuando Scariolo, técnico de la selección, coincidió con él en 2018 cuando este dirigía los Toronto Raptors. Las lesiones de Ricky Rubio y Carlos Alocén, y la renuncia de Sergio Rodríguez, le hicieron pensar en él como director de orquesta. Necesitaba un base que le ofreciera un rendimiento inmediato y fortaleza física, un perfil de jugador capaz de fajarse en defensa sin renunciar a un buen porcentaje anotador.

Fue entonces cuando se puso en marcha una nacionalización exprés que enrareció la previa del campeonato.  El 5 de julio, el BOE confirmaba el trámite “en atención a circunstancias excepcionales” por “carta de naturaleza”.  Y sólo entonces Lorenzo juraba la Constitución española desde Houston y ya le era posible proferir ese grito tan nuestro y tan plagado de matices: “Yo soy español, español, español...”.

Rudy Fernández, el alero mallorquín del Real Madrid le dio una bienvenida tirando fría. “Si (Lorenzo Brown) -dijo- está, hay que intentar ayudarlo el máximo posible porque al final él también nos ayudará a competir. Pero hay muchos jugadores españoles que se han ganado estar en esa plaza (base-escolta de la selección) y al final, quizás no tendrán el reconocimiento que se merecen al haber fichado a ese jugador”. En cambio, él no se quejó del trato recibido. “Aquí soy un simple americano -dijo al poco de llegar-. Estos chicos hablan español y yo lo estoy aprendiendo cada día. Es impresionante cómo me han tratado. Lo que ocurre fuera no me importa, sólo lo que piensan estos chicos. Ellos me quieren y yo les quiero”.

Y, en cuestión de meses, pasó de ser un mercenario a sueldo a convertirse en héroe involuntario. Es probable, de hecho, que para muchos siga siendo ambas cosas. “Ganar el oro era mi primer objetivo. He tenido que aguantar muchas críticas, había una barrera de lenguaje o una de país, no sabía muy bien qué estaba pasando, pero al fin y al cabo hablamos el mismo idioma en la pista. No importa el color ni de dónde eres, somos hermanos”, vino a decir ya como campeón del Eurobasket. Quizás Lorenzo termine por comprarse un adosado en Albacete. O quizás regrese a su Georgia natal y España, con el tiempo, sólo sea un recuerdo del pasado. Por el momento ha aprendido a jugar a La Pocha. Dicen que no se le da mal. Ya es algo.