Una nouvelle sobre el poder redentor y evocador de los objetos cotidianos. Un matrimonio formado por dos jóvenes y una niña pequeña está a punto de disolverse. De pronto, surge la necesidad de comprar un coche, por lo que los tres acuden a un pueblo para verlo y allí conocen las circunstancias vitales del vendedor. La disyuntiva se encuentra en comprar un coche o una cama, en tirar por la borda un matrimonio o en ser capaces de salvarlo. Con esta premisa, Francisco Bitar desgrana a lo largo de Tambor de Arranque (Editorial Candaya) las vivencias de unos personajes auténticos, de carne y hueso, capaces de respirar, de palpitar y de hacerse uno con el lector. A partir de aquí, la novela se divide en tres historias: la que cuenta el final de la familia, la de la mujer en su nuevo refugio y la del hombre en su hogar. Son formas diferentes de enfrentarse a una misma situación. Y en medio de todo, una gran cantidad de objetos cotidianos que también se desmoronan, que son importantes y que a la vez no valen nada, como una forma de aferrarse a la vida antes de la disolución final. Con un estilo claro y director, Francisco Bitar consigue evocar en el lector sensaciones que creía olvidadas. Las situaciones son cotidianas (comprar un coche, fumigar un hogar, tener un perro, etc.), pero aparecen adornadas de una pátina de tristeza, como si todo costara un trabajo horrible. Al final queda claro que los objetos, pese a todo lo que reneguemos de ellos, son lo único capaz de anclarnos a una realidad cada día más absurda. Es cierto que es una novela de atmósferas, como se la ha calificado, pero también de introspección. Los personajes se mueven en una línea difusa que en ocasiones no justifica sus acciones y se aferran a ella para seguir viviendo. También aborda de forma directa problemas comunes a todo el mundo, como la caída de la clase media, la dificultad para comprar una vivienda, la falta de comunicación o las relaciones personales. Asimismo, también aparecen reflejadas de forma tangencial las relaciones entre padres e hijos (los protagonistas con su hija y la protagonista con su madre). El autor ganó en 2012 el premio Ciudad de Rosario con esta novela. Su obra goza de gran aceptación de crítica y público no sólo en su país natal, Argentina, sino también a nivel internacional. De hecho, sus relatos han sido también traducidos al alemán.