I
Son hijos del mismo padre,
también de la misma madre,
y diferentes los dos.
Hacen el mismo camino
desde la Iglesia hasta la Ermita,
con la misma devoción,
y aunque parezca lo mismo
son diferentes los dos.
Uno camina delante
cantándole sevillanas
al compás de su tambor,
el otro monta a caballo
que diferentes los dos.
Los dos son del mismo padre
también de la misma madre,
tan diferentes a la vez,
pero los dos pastoreños
de la cabeza a los pies.
II
Con los botos “preparaos”
y el sombrero “cepillao”
esa noche se durmió.
Soñando que cabalgaba
camino de los Pajares
y a su caballo paró,
y en la carreta en el rio
a la Virgen contempló.
El otro sueño un camino
de palmas y sevillanas,
de gentío y de sudor,
y aunque parezca lo mismo
son diferentes los dos.
Los dos son del mismo padre
también de la misma madre,
tan diferentes a la vez,
pero los dos pastoreños
de la cabeza a los pies.
III
A uno lo sorprende el alba
limpiando espuelas de plata
para que brillen al sol.
La montura está dispuesta,
se lleva tanto esperando
que ya ese día llegó,
y el camino hasta la cuadra
con alegría emprendió.
El otro sale cantando
desde la casa a la iglesia,
palmas, guitarra y tambor.
Hacen distinto camino
pero con el mismo fervor.
Los dos son del mismo padre
también de la misma madre,
tan diferentes a la vez,
pero los dos pastoreños
de la cabeza a los pies.
IV
Padre yo quiero un caballo,
que el dinero lo he “juntao”
con sacrificio y sudor.
Y aunque yo no lo comparto,
mirándole su carita
que está llena de ilusión
yo que hago el camino andando,
no puedo decir que no.
El otro viene a mi “lao”
caminando hasta la Ermita
donde sentí la emoción,
de ver como dos hermanos
se abrazan de corazón.
Los dos son del mismo padre
también de la misma madre,
tan diferentes a la vez,
pero los dos pastoreños
de la cabeza a los pies.
Antonio Portillo Daza