Tan lejos, tan cerca

Publicado el 02 mayo 2013 por Icreadas @icreadas

“Ariel deja correr el agua caliente sobre su cuerpo. Ni así consigue arrancarse el frío de los huesos. Cuando las cosas salen bien, el vapor condensado en el vestuario, en el área de las duchas, se asemeja al cielo, al paraíso prometido. Llega el silbido de uno, la broma de otro, alguien que finge una voz de mujer,otro que pide el champú. Ni rastro de ese silencio espeso, de las miradas bajas, del gesto torcido de los días de derrota”

(de “Saber perder”, David Trueba)

Mucho se habló estos días del espíritu de Juanito, de remontadas, de gestas. Alimentando ilusiones, como siempre. Contando los días, las horas, haciendo apuestas, sintiendo al acercarse el inicio del partido el latido del corazón. Dentro de él, se fueron creando las esperanzas de mucha gente dispuestas a ceder un par de horas de su vida para una ilusión. Ya lo dijo Piqué en la previa a su partido ante el Bayern “es un día para ser niños y perder el sentido común que tenemos a veces”. Los niños tienen licencia para soñar despiertos. Los mayores, sólo tenemos el fútbol, el final de una película, las últimas páginas de un buen libro. Un deseo. Miles. Nos alimentamos de esperanza para poder sobrevivir.

Mientras, los protagonistas de hacer realidad esas ilusiones, sufren y trabajan en silencio hasta que llega el momento de salir al ruedo. Entonces el equipo puede caminar en volandas o arrastrar sus piernas por el campo. El mundo y el tiempo se concentra en un punto de presión que irradia electricidad. Partidos como el del Madrid o el del Barça, buscando la heróica, la remontada, el pase a la final, llenan de esa energía el talento de los jugadores y las ilusiones de millones de aficionados.

Pero el amargo sabor de la derrota no se puede quitar tan fácilmente. El suelo de la realidad es demasiado duro al caer.