Tan lejos y tan cerca (I) Tibulo y Bécquer

Publicado el 23 noviembre 2009 por Albertogamarra

Ha pasado una eternidad pero las mismas pautas de comportamiento emocional que guiaban a los romanos en su vida diaria también rigen la nuestra. Hace veinte siglos ellos al igual que nosotros se enamoraban por primera vez, tenían una rabieta por cualquier nimiedad, tenían sus manías y supersticiones particulares, se encogían cuando un trueno perforaba sus tímpanos, lloraban de alegría ante la visión de su primogénito, escondían secretos a ojos de padres y cónyuges, les dolían las extremidades y sufrían de flatulencias, salían de parranda con sus desagradables amigotes, conspiraban y cotilleaban en sus trabajos, y si no se me agotara mi saliva y mi garganta se tornara carraspeante y seca podría seguir enumerando hasta el infinito.

Pero hoy en día a mucha gente le importa una higa lo que sus antepasados pensaron y soñaron. Por eso me propongo iniciar a modo de serie titulada "Tan lejos y tan tarde" en la que para hacer cambiar de opinión a estos "ciegos" (léase ignorantes recalcitrantes), confrontare diversas obras literarias, el testimonio a mi parecer más vivo y más directo a la hora de acercarnos a la manera de ser de una civilización o sociedad concreta, por un lado pertenecientes al mundo grecorromano y por otro a la macedonia de frutas encolada que se ha dado por llamar cultura occidental.

El primer capitulo de mi humilde se lo dedico al AMOR, ese sentimiento universal merecedor de la mayúscula que al igual que acudir al baño equipara al mendigo del Transtevere con un ocupante de la lista Forbes, fruto según intentan convencernos los científicos del subidón provocado por el combinado de oxitocina, serotonina y dopamina. Dejando puntillismos biológicos aparte, este sentimiento puede ocupar perfectamente junto al dinero el papel rector de la historia pues no será por la cantidad de conflictos provocados por el anhelo de unos ojos femeninos :=), además de ser un tema recurrente en el Arte y la Literatura tal y como lo atestiguan los dos poetas líricos románticos Albio Tibulo (48 - 19 a. C.) y Gustavo Adolfo Bécquer (1836 - 1870), ambos de escasa producción pero de una calidad excepcional, de los que os trascribo unos fragmentos:

No habrá mujer que me aparte de tu lecho;
con este pacto previo se unió nuestro amor.
Tú eres la única que me gusta.
No hay ya en la ciudad, excepto tú,
niña alguna que parezca hermosa a mis ojos...
Tú eres el descanso de mis cuitas;
tú, mi luz en la noche, por oscura que sea;
tú, un gentío para mí aun en sitios abandonados.
(III, 19; Elegías de Tibulo)


Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto; la he visto y me ha mirado...
¡hoy creo en Dios!
(XVII, Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer)


(I) Figura mitológica presente en una fuente del
Paseo de la Isla, Burgos. / Archivo propio