Más adelante, cuando crezca empezará a dedicarse a periodismo, corrigiendo textos o escribiendo artículos para revistas, también comenzara a correr largas distancias para notar las sensaciones de los grandes atletas en las maratones. Cuando, de forma inesperada, es el elegido para llevar un taller de literatura. Poco después será elegido para escribir la crónica de los juicios de la Masacre de Margarita Belén.
Quirós nos lleva en sus narraciones fragmentadas a través del recuerdo de la niñez describiendo sus gustos por aquellas cosas que descubrimos; las canciones, los libros, y ya en la adolescencia, la marca de cigarrillos preferida todo ello mientras descubre que su madre fue una vez secuestrada durante la dictadura. La novela se divide en tres partesque diferencian el crecimiento del narrador a través de su historia y la de Resistencia, el lugar en el que vive y que, al llegar a la madurez comenzará a descubrir a sus habitantes que narran, en un taller literario como son ellos testigos de su pasado, mientras se aficiona a correr con su padre durante unos kilómetros. En la última parte del texto (que da comienzo con una cita de Haruki Murakami de su ensayo De qué hablo cuando hablo de correr) su protagonista nos cuenta su visión frente a los criminales de la dictadura militar en la que se vio involucrada su madre, muy a su pesar, es por ello que describe la historia de aquel tiempo y a la vez asiste a los juicios de aquel desgraciado tiempo. Mariano ha creado una novela en la que describe el mal sin insistir en la violencia pero siendo siempre sincero con el sufrimiento de las víctimas, todo ello de forma valiente frente al horror político, en definitiva una novela que describe el camino desde la niñez a la cercana madurez del narrador el cual trata de dar sentido a todo su vida a través de la literatura y noble ejercicio de correr.
Recomendado para aquellos que les guste correr, en esta novela encontraran una pequeña historia de superación, también para aquellos que tengan curiosidad sobre la Masacre de Margarita Belén y las consecuencias que provocan en los personajes de la novela, y por último para aquellos que quieran leer sobre las tragedias y desgracias que sucedieron durante la dictadura y las crueldades que se cometieron durante aquel tiempo.
Extractos:
En el año 2006, con la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, empiezan los juicios. El primero arranca en Buenos Aires, en los Tribunales de Comodoro Py, llamados así por encontrarse, precisamente, sobre la avenida Comodoro Py, en el barrio de Retiro. Por ser el primero, será un juicio histórico. Pero lo será también por quien resultará condenado: Julio Simón, alias el Turco Julián, uno de los torturadores más siniestros e implacables que contó la última dictadura. Sargento de la Policía Federal, trabajo del Turco Julián comprendía las tareas básicas o, mejor dicho, más sucias: secuestrar y torturar. Dicen que, además de psicópata, el Turco Julián era un ignorante, un pobre tipo. Usaba llaveros decorados con esvásticas, se ensañaba con los presos judíos y les hacía escuchar marchas nazis en las torturas. Leo en el diario el testimonio de una sobreviviente: «En El Olimpo (uno de los centros clandestinos donde se cumplió funciones) el Turco Julián me aplicaba la picana por no conocer el padrenuestro, mientras decía: “Esta noche hacemos jabón”». Con la ley de Obediencia Debida zafó de los primeros juicios. A fines de los años noventa, se hizo famoso gracias a la televisión. Salió en varios programas justificándose a sí mismo y a la dictadura. Decía que los desaparecidos estaban todos en España. Otro sobreviviente del Olimpo, al que obligaban a realizar tareas de mantenimiento en ese centro clandestino, declaró: «Yo tenía que preparar la comida, lavar los platos, limpiar baños, o sea, tenía que moverme. En uno de esos movimientos, paso frente a una habitación que estaban usando como sala de torturas, donde habían dejado la puerta abierta, y ahí estaba Julián interrogando a un detenido, torturándolo. Pero no lo hacía con la picana. Lo tenía apoyado sobre la mesa, boca abajo, con los pies colgando hacia el suelo. Había enchufado un cable con la punta pelada y lo torturaba con los 220 del enchufe. Esto no le alcanzaba, parece, porque le había metido en el ano un pedazo de palo de escoba. Entonces la persona, al ser torturada con electricidad, se retuerce y salta, con lo que el palo de escoba se incrusta aún más en el ano y la destroza toda por dentro. Esta persona se le murió en la tortura». Un personaje horrible, un hijo de puta, el Turco Julián.
A papá se le da por correr alrededor de una plaza. Me lleva para que, mientras él corra, ya pase el tiempo entre los juegos del arenero. Tal vez con la esperanza, papá, de que yo me haga algún amigo. Pero lo cierto es que ya estoy grande para eso —para el arenero—, y me molesta que papá no se dé cuenta. O que no quiera darse cuenta. O tal vez simplemente no le importa. Como sea. A la tercera vez, y después de verlo cruzar unas cuantas veces —todo sudado papá, con un short que es en realidad un pantalón vaquero mal cortado y con una remera muy agujerada, casi que parece un pordiosero—, me sumo y empiezo a correr a su lado. Él sonríe y nada más. Supongo que el esfuerzo que hace para mantener la respiración no le permite hablar mucho. Me hace un gesto con las manos, las sube desde sus costillas hasta la boca, a la vez que exagera el mohín que supone inspirar y exhalar: me enseña, al parecer, cómo manejar la respiración. Vaya uno a saber si el suyo es el procedimiento adecuado, pero no estoy en condiciones de contradecirlo, así que copio su gesto y corro. Corremos.
Editorial: Destino Autor: Mariano Quirós
Páginas: 192
Precio:16,90 euros