La ONU, OTAN, Unión Europea, OEA, FAO, Mercosur, Club de Roma y el Bilderberg, OMS, FMI, la linterna mágica inversionista de Soros y Cia., y las multitudes de siglas con subvenciones que campan por este mundo son el ejemplo de lo podridamente que están los gobiernos, unos por lesa licencia para equivocarse, otros por ambición desmedida y los más llamativos por aburrimiento que es ya de tácita epidemia para no verse involucrados como simples reaccionarios de una ineptitud demostrada.
Los desafíos generalizados por organismos, en teoría designados como únicos valedores para luchar contra al poder corrupto institucionalizado, han dejado de existir simplemente se volatizaron hace años, utilizando como medio de presión social el invento del terrorismo a distancia y ahora local, mezclándose sus homilías de siempre tardío turno, en la reiterada acusación de naciones convulsas y siempre presuntamente maniqueas, con nombres propios que siguen abusando, ya sea en sociedad o en compañía de terceros testigos, de esa enmarañada y absurda paz camuflada entre los silencios y protestas de aquellos líderes con zapato en mano, imperando la excusa razonada de la que dicen los poderosos países velar para evitar una hecatombe mundial, mientras que los torbellinos de discrepancia ponderados, abanderados y aclamados siguen causando baja, ya sea por disidencia pactada, impotencia tecnócrata, accidente o ver peligrar una pensión cada vez más sabrosa dirigiendo el "cotarro" desde cómodos frentes de paredes blancas, que sirven para seguir mareando la perdiz de que algo se hace en un organizado foro o comisión de trabajo, imprescindibles tareas para traer más complicaciones acompañadas de generosos impuestos a abonar por las clases medias que a nivel internacional, celosamente no han fracasado todavía para seguir adelante con el principio de progreso que se nos ha inculcado.
Y mientras se debaten los problemas inventados en este globo terráqueo, muchos terrícolas, hombres, mujeres, ancianos, niños, animales, peces y pájaros pasan hambre o comen plástico, hacinados en nichos de pobreza sin esperar que nada ni nadie les tienda una mano, vanagloriándose sus gobernantes, mágicos y malogrados títeres de asimilados sistemas endurecidos por economías canallescas, que se esfuerzan en hacerse oír de que algo se hace mientras se forran sus cuentas, elevando los precios de cualquier cosa que tenga demanda y necesidad incluso primaria.
Y desde la ventana crítica de quienes observan desde la atalaya del conocimiento lo anteriormente descrito, todo queda en oficiales recomendaciones, en acomplejadas y falsas ayudas al tercer mundo, cuando lo propio sería empezar a enviar a limpiadores de potente profesionalidad en eso de sembrar el pánico y dar ejemplo para evitar que otros sigan en la misma linea, exterminando así a esas cucarachas que no impiden que el entorno de convivencia se degrade para que los pueblos sigan muriendo de inanición o "recolectando" "coltan" u otros minerales como esclavos para las multinacionales.
No debe haber paz para esos malnacidos que juegan con las vidas ajenas, y para ellos deberían crearse ángeles custodios de la vida fuertemente armados de guadañas y metralletas, dejando que esos ejércitos de miserables cobardes huyan a la desbandada hacía el abismo de su propia intolerancia, o se honren por sentirse amenazados en elegir una existencia en común con sus compatriotas y jurando no cometer segundas torpezas.
Traficantes de drogas, pederastas, corruptos estatales, municipales, gobernantes de mierda calzados con oro y plata, dictadores de pacotilla y gorra de plato incrustadas en débiles cabezas, así como a todos esos políticos que son incapaces de dar un golpe de estado interno en sus sedes por la estupidez de sus presidentes, secretarios y sus séquitos de plañideras, que difícilmente han sido elegidos con los votos del pueblo dócil en una lista abierta, habría que darles la oportunidad de cambiar o meterles gorrita con visera de plomo en la frente.
Si hubiese representada una guillotina en cada ciudad, pueblo o villorrio en el mundo, no haría falta gastar metal reivindicativo y si un mensaje que advirtiese que cualquier ser dañino, cause mal o perjudique los intereses de su vecino, tiene el triste final que se ha merecido.
Probablemente todo iría mejor, al menos nadie pasaría escasez mientras los almacenes siguen abarrotados de alimentos, medicamentos y desgraciadamente muy pocas onzas de fe. ¿ Verdad Comandante ?