Cuando llegas por primera a vez a Tarazona, en la provincia de Zaragoza, Aragón, te llama la atención la perspectiva de toda la villa como si del escenario de un teatro se tratara, con un entramado urbano de barrios altos, caserones, callejas, arquillos y pasadizos que puedes ver a simple vista y de un vistazo.
En la margen derecha del río Queilles, la yuxtaposición de los edificios y monumentos forman un muro impenetrable que debes escalar a través de sus empinadas calles de estilo medieval donde el mudéjar está en su máximo esplendor, hasta llegar a la torre de la Iglesia de la Magdalena, como objetivo a conseguir en la cima.
A media altura encuentras el Ayuntamiento que fue construido a mediado del siglo XVI sobre la muralla para servir de lonja, granero público y mirador sobre la plaza. La fachada está decorada con figuras alegóricas, gigantes, escudos y el friso de la cabalgata triunfal de Carlos V tras su coronación como emperador en Bolonia.
La galería de arquillos es una réplica del sobreclaustro del Monasterio de Veruela añadida en la última restauración
Por el lateral de Ayuntamiento puedes acceder a la judería de Tarazona donde puedes contemplar cómo las Casas Colgadas sobresalen sobre ella.
El barrio judío cerrado por varias puertas transcurre entre callejas y misteriosos pasadizos, donde las sombras de cada rincón son acentuadas por las sombras proyectadas por las luces nocturnas.
Por otro lado, en la margen izquierda del río tenemos dos grandes monumentos. El primero es La Catedral, inicialmente construida en el siglo XII en estilo gótico francés y que fue destruida por Pedro I el Cruel en la guerra "de los Pedros" entre Castilla y Aragón. Fue reconstruida de nuevo en el siglo XIV en estilo mudéjar, como puedes ver en la altísimo campanario que no sólo está considerado lo mejor de Tarazona sino también de todo el mudéjar español.
El segundo monumento de esta orilla es La Plaza de toros vieja que fue construida por iniciativa particular entre 1790 y 1790. Su peculiaridad es quela conforman treinta y dos viviendasdispuestas alrededor de una plaza octogonal que sirvió de coso taurino hasta 1870.
Pero no todo es misterio y penumbra en Tarazona, el sol sale limpio y radiante por la mañana y la curva que describe el río Queilles dibuja el escenario formado por un fondo de edificios de colores anaranjados, dispuestos en escalera a sus orillas. La estampa hace de esta ciudad una de las más bonitas de Aragón.
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