Tarde en Candás: debates ciudadanos, reflexión y acción

Por Ricardofernandez

En la tarde del viernes 26 de febrero, quienes se acercaron al Centro Polivalente de Candás tuvieron la oportunidad de escuchar la intervención de dos médicos, Luis Montes Mieza y Ricardo de Dios del Valle. Al primero lo conocemos como la figura de referencia que ha impulsado y animado en nuestro país el debate sobre la muerte digna, tenaz resistente desde que las huestes de Esperanza Aguirre se le echaran encima; al otro tengo la fortuna de conocerlo desde la noche de los tiempos, comparte el mismo espíritu de combate y, en la actualidad, es secretario del Comité de Ética del Hospital de Jarrio.
Habida cuenta de la calidad de los ponentes, será fácil suponer al lector que el tema abordado fue el derecho a la buena muerte o, mejor, el derecho a disponer de la plena capacidad y libertad para decidir cómo
se quiere morir.
La Asociación de Vecinos de Candás, conforme a lo descrito en los dos párrafos anteriores, ponía así en marcha su primera convocatoria para celebrar un debate ciudadano, escogiendo como objeto de reflexión una cuestión en torno a la cual muchos levantan la gran humareda polémica, mientras otros la van siguiendo con interés en la firme convicción de que su vigencia un día, nos permitirá seguir recorriendo aquellas grandes alamedas...
Éxito de público y ponentes conocidos: Ambos se han asomado a este blog en alguna ocasión. Y uno de ellos por haber sido en su momento, como decía más arriba, objeto de un episodio vergonzante, una cacería desatada por eso que en nuestro país bien podemos seguir llamando "reacción". Con ambos he tenido la fortuna de compartir una experiencia similar. Me estoy acordando de los primeros debates ciudadanos organizados por la Logia Rosario Acuña, en noviembre de 2009; o los de la Logia Luz Atlántica, en las Palmas de Gran Canaria, en mayo de 2010.
Pero volviendo a retomar el hilo, quisiera dejar aquí escrito que me parece sumamente importante que, en un momento como este, donde cada mañana nos levantamos contando monedas de oro y hombres y mujeres a los que les han hurtado -o robado- su puesto de trabajo, haya quien no pierda de vista la necesidad de seguir reivindicando, desde el diálogo, el pensamiento y la propuesta concreta, lo que constituye el acervo individual de derechos ineludibles que corresponden a cada ser humano. Es de agradecer que haya entidades enarbolen la bandera de los derechos civiles, todo ese compendio de facultades a reconocer y defender por el Poder Público y que, en los países occidentales parece que se cree que están en buena medida al alcance de la mano (en muchos casos sólo "al alcance"), y que han llovido del cielo (flaca memoria).
A título personal tengo que decir que nunca me he sentido partícipe de un movimiento que atesore en exclusiva los ecos de la razón, dedicándose a expandirlos y pavonearse luego. Pero sí me siento muy orgulloso de pertenecer a una organización que sigue cultivando, con la que ha caído y sigue cayendo, la Ilustración -con mayúscula- en un particular momento de la historia en el que, a pesar de las transformaciones operadas, se sigue haciendo necesaria una acción certera en multitud de campos, y una reflexión combativa -no un alboroto- lo suficientemente sólida como para permitir un rearme ideológico de quienes, abogando por el progreso social, hemos sucumbido a la embriaguez de aquellos días de vino y rosas. Todo esto lo comentaba hace unos días con un buen amigo, que se quejaba de cuánto había por hacer y qué poco tiempo teníamos... Ante lo inexorable del paso del tiempo y la magnitud de la tarea añado: ¡Cuánto nos queda por pensar! Porque el pensamiento es el paso previo a la palabra y a la acción. Y es que aunque tuviéramos tiempo para todo, previamente hay que pensar y luego decir y, recordando una cita de Martí que siempre me ha gustado mucho, decir es hacer.Et si omnes, ego non.