Os habéis preguntado alguna vez en que consiste la felicidad? O qué hace falta para huir del mundo y desconectar de las preocupaciones e inquietudes que todos tenemos (modo filosófico modo ON)? No nos hacen falta para eso bienes económicos ni materiales, no nos hacen falta coches varios o casas con 5 pisos, no nos hace falta el dinero para eso. Toda la felicidad reside en los pequeños detalles, en una flor que nos ha regalado el ser querido, en unos tomates recogidos de la huerta que nos ha dado el vecino, en un abrazo por parte de la mejor amiga que lo alivia todo, en una sonrisa, en un capricho gastronómico que te puedes dar, en las chorradas a las que no damos importancia, pero que son las que atesoran la felicidad. O bien, unas galletas caseras que las has hecho tu misma. Con todo el amor, con toda la pasión por la cocina, con cariño y regocijo. Para que luego puedas disfrutarlas, regalarlas, compartirlas con alguien, y comértelas sin remordimiento alguno.
A pesar de la vida universitaria, tan turbulenta y exhausta, siempre encuentro momentos para poder hacer lo que tanto me gusta: cocinar. Y es que me he unido al mundo de la blogosfera para compartir los momentos con los que tanto disfruto cocinando. Aparte de aprender, investigar, innovar, intentar hacer nuevas cosas, inspirarme en recetas que me gustan, admirar otros blogs y conocer nueva gente en las redes.
Lo de hoy ha sido una tarde a la que podría llamar perfecta a pesar de la lluvia, que aunque muchos la odien (yo también cuando estoy en la calle, me mojo y paso frío :S), la disfruto cuando estoy en casa (tal y como he puesto en “Sobre mí“), escuchándola sonar y haciendo cosas relajantes y divertidas, con música de fondo y con muy buen ánimo. He preparado éstas galletas, la receta de las cuales lleva bastante tiempo en el blog: las galletas de mantequilla con pepitas de chocolate. Éstas, tan clásicas y simples, que atesoran recuerdos de la infancia de cada uno. Nos enamoran con el aroma que sueltan a hornearse. Las he hecho básicamente para llevarles a los vecinos que el otro día nos han hecho un regalazo, un tesoro que hoy en día es tan difícil de conseguir: tomates de la huerta. Al encontrarlos en la puerta, lo primero que he pensado ha sido en éstas galletas. Estaba segura que les iban a gustar y la próxima tarde libre que he tenido, no he dudado en ponerme a hacerlas para llevarles como agradecimiento. Aparte de llevarles a ellos, he reservado unas para mis padres, otras para unos compañeros glotones de clase, otras para unas superfans del blog, y las que quedaban para desayunar el siguiente día y para que prueben mis compañeras de piso. Ah, también he merendando unas, calentitas, recién salidas del horno, acompañadas de un cafecito. Qué tentación y qué difícil resistirse! Diría que es imposible no zamparte una en el momento.
Aquí tenéis la receta, ésta vez les he puesto levadura, un sobre (Royal).
Qué paséis una tarde estupenda y que disfrutéis muchísimo del finde que está aquí mismo, a la vuelta de la esquina.