La antigua leyenda de la aldea Taros Majost, cuenta que los dioses solían conceder milagros cada 8 meses, al calendario de ellos, que promediaba 14 meses cada año. Pero un día, el dios Tifuc, padre y heredero de la constelación Boteó (la constelación en forma de bota) bajó desde los cielos; se dice que era tan hermoso que cualquier flor marchita que el tocara a su paso regresaba a la vida e iluminaba los campos. La aldea sin recibir aviso alguno, se arrodillaron ante su presencia.
El líder Jos Magó, le ofreció el mejor banquete y una ceremonia por su llegada. El dios Tifuc agradeció su amable bienvenida que llegó solo con una petición, se le concediera la mujer más pura, noble y leal de toda la aldea, a ella la tomaría como su esposa y dueña de la constelación Tirús (en forma de pirámide). También mil años de prosperidad y de cosechas y 3 milagros a cada miembro de toda la aldea.
Jos Magó, entendió que aquella mujer era la única hija de sus entrañas y la heredera de su aldea. Su hija Hans Magó, aceptó su petición, con la condición que cuando su padre falleciera aquí en la tierra, pueda subir a los cielos y vivir eternamente con las estrellas.
Desde entonces aquellos mil años han sido eternos, se dice que el amor de aquella mujer se siente en cada rincón de la aldea, no existen los días tristes, cada niña, mujer o anciana de la aldea posee en su mirada el cariño de Hans Magó.
Los dioses siguen agradeciendo con bendiciones, los mejores cultivos, herederos y mucho más.