En este tiempo se inunda nuestro jardín de fresitas, parece que cuantas más coges, más salen, así es que tengo que darles salida. Las solemos congelar y luego hacer helado con ellas, no puedo explicaros el sabor tan exquisito que tienen, eso sí, son muy delicadas, un simple roce las magulla y desmerece su aspecto. Si las coges de un día para otro se han ablandado. Para mermelada son extraordinarias, para coulis, para merengues y vinagretas; pero hoy he decidido hacer una tarta, pudiendo vosotros sustituirlas por fresas normales.
Ingredientes:
- Pasta brisa 1 lámina.- Fresitas 350 g.- Queso fresco crema 500 g.- Leche evaporada 350 ml.- Nata 250 ml.- Gelatina neutra 12 g para la crema y 4 para la cubierta.- Azúcar 10 cucharadas soperas.
Elaboración:
Mezclamos el queso, la leche evaporada de la que reservamos tres cucharadas y la nata en un bol. Añadimos el azúcar disolviéndola bien. Hidratamos 20 g de gelatina y con la leche evaporada caliente que hemos reservado, la disolvemos. Unimos ambas.
Volcamos el preparado sobre la pasta brisa y metemos al frigorífico hasta que se solidifique, 2 ó 3 horas.
Para la cubierta chafaremos unas cuantas fresitas que pondremos a calentar, con cuidado de no quemarlas, y les añadiremos 4 g de gelatina hidratada. Cubrimos toda la superficie.
Colocamos las fresitas haciendo un cordón en círculo presionando ligeramente para que queden adheridas, pero sin romperlas. Volvemos a meter al frigorífico un par de horas más. Desmoldamos y servimos fría.
Corte de una porción.
Minitarta de fresitas silvestres. Para que veáis cómo queda una hecha de forma individual.