Ha pasado muchísimo tiempo desde la última tarta de gominola que hicimos. La verdad es algo divertido de crear pero laborioso, que no complicado y te deja sin ganas de azúcar dos semanas… aun así, la cara de los niños al verla compensa con creces.
Una tarta de gominolas puede ser un bonito detalle para ocasiones especiales y celebración, esa ha sido nuestra premisa cuando hemos decidido hacer alguna y este fin de semana la ocasión lo requería, unos muy buenos amigos se han casado. Nos preguntaron si podíamos hacerles una, ya que había muchos niños y querían preparar algo especial para ellos, incluyendo la tarta. Bueno… vale, comentamos, opinamos y expusimos algunas ideas, cambiamos pronto el tema de conversación ¡nos ilusionó mucho! pero queríamos escurrir un poco el bulto con la intención de poder guardar cierta sorpresa, aunque también es cierto que no servimos para guardar sorpresas…
Esta semana hemos ido haciendo huecos para que estuviera lista, apurando hasta el final para que las gominolas no se pusieran duras y estos han sido los resultados:
Ha tenido varios pisos, el primero fue una caja de cartón, envuelta con un bonito pape blanco y negro. El papel, aunque con algunas gominolas en la parte superior, lo dejamos casi todo visible, el resto de los pisos envueltos en papel de plata ¡y a pinchar gomitas como loca!
Le añadimos un “discreto” lazo fucsia alrededor de la caja y una rosa hecha con papel de seda blanco sobre el lazo como decoración, para guardar algo de relación.
Bueno, sabemos que leen las entradas de Yo Esto Lo Hago, por eso queremos aprovechar la ocasión y desearles solo lo mejor en esta nueva etapa que se les abre.
José y Elisa, muchísimas felicidades.
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