Gracias a estos "activadores", siempre podemos volver a nuestra infancia aunque solo sea por unos instantes y remontarnos a aquellos dulces años.
Doña Cristina es la vecina que mi mujer ha tenido desde siempre cuando su casa era la de su madre (aunque siempre será su "casa"). Una señora encantadora, de estas vecinas que desafortunadamente cada vez quedan menos y que siempre están ahí para cualquier cosa que necesites, ya se material o simplemente saber de tí, presta a invitarte a una buena taza de té en su casa. Es lo que hizo hace pocos días cuando mi mujer fue a visitar a su familia en su barrio del Porvenir.
Me contaba, que como de costumbre, fue a saludarla, y Doña Cristina, como no podía ser de otra manera, ipsofacto la invitó a merendar. Tras servir el té, salió de la cocina con una tarta de manzanas aún templada cuyo aroma envolvió todo el salón, en el que por cierto, estaba su marido Don Victorio, tocando una pieza clásica al piano. Sin duda alguna, un marco encantador para disfrutar de una merienda como las que salen en las series de época que realiza la BBC, a las que por cierto mi mujer es tan aficionada, aunque ellos han vivido durante muchos años en Alemania, país en el que Don Victorio, ejercía su profesión de cirujano.
En un paréntesis de la merienda, mi mujer maliciosamente me había pasado por whatsapp la imagen de su porción de tarta, así que no podía dejar pasar esta oportunidad de hacerme con la receta de esa delicatesen que tantas veces me mencionó que había disfrutado desde pequeña. Doña Cristina se prestó enseguida a dictarle la receta a Sol, una fórmula en la que los ingredientes básicos que todos tenemos en nuestras cocinas, eran la esencia de una tarta que yo presagiaba iba a ser más complicada y que resultó se la mar de sencillita de preparar, "de las de toda la vida" pero con un sabor y aroma sorprendentes además, gracias al almíbar que la "emborracha", una vez horneada adquiere una texura muy jugosa que la hace irresistible, y con algunas similitudes al pastel de manzanas al estilo de Suabia que ya hice en cierta ocasión y que podéis consultar en el enlace.
Sin lugar a dudas, esta tarta se ha convertido ya en una de mis preferidas y la incorporamos al recetario familiar para repetir a la menor ocasión.
Espero que os guste y con un buen trozo de esta tarta os deseo un muy feliz fin de semana. ¡¡Que disfrutéis!!
✓ 1 yogur de limón, el vaso nos sirve para la medida del resto de ingredientes
✓ 2 vasitos de azúcar
✓ 3 vasitos de harina
✓ 1 vasito de aceite de girasol
✓ 1 sobre de levadura de repostería
✓ 3 huevos
✓ 1 manzana
Almíbar
✓ 6 cucharadas soperas de agua✓ 2 cucharadas soperas de azúcar
✓ 2 cucharadas soperas de vino dulce
✓ 1/2 limón
✓ Un poco de aceite y harina para engrasar el molde
Elaboración:
Precalentar el horno a 180ºC.
Tamizar la harina junto a la levadura.
Separar claras y yemas.
Batir las claras a punto de nieve.
Mezclar todo
e ir vertiendo sin dejar de remover la harina tamizada. Remover bien hasta integrar toda la harina y cuando alcancemos una consistencia homogénea, trocearemos una mitad de la manzana en trocitos pequeños, la regamos con el zumo del limón para que no ennegrezca y la añadiremos a la masa. Remover un poco y verter en el molde ligeramente engrasado con un poco de aceite y espolvoreado con harina.Hornear entre 45-50 minutos a 170º-190ºC, hasta que quede con un bonito color dorado.
Una vez horneada, sacamos del horno, dejamos templar y con una cuchara o pincel, la empapamos poco a poco con el almíbar, sin echarlo de una sola vez y dejando que la tarta absorba bien el mismo.
Está mucho más sabrosa si conseguimos dejarla reposar un par de horas.