Nada, que no hay manera que arranque la primavera en condiciones. Casi finalizando mayo y todavía no sabemos si ponernos las sandalias o las botas de agua. En realidad yo no me quejo porque lo que no soporto es el calor asfixiante que empezará a hacer en Madrid en breve.
Los ingredientes que vamos a utilizar en este Reto "Alfabeto Dulce" del mes de mayo, se prestan fenomenal a preparar postres fresquitos, ideales para este calor veraniego que os comentaba está por llegar.
Este mes nuestras compis María José del blog "Maryjosecakes" y Elisa del blog "Más que pasta", han sido las encargadas de buscar una combinación de lo más apetecible. La primera un ingrediente que empezara con la letra K (evitando el kiwi que ya lo utilizamos en la primera vuelta) y la segunda un ingrediente que empezara con la letra F, en este caso mucho más fácil.
Y es que ya van quedando cada vez menos letras, concretamente sólo quedan 3 letras (E, G y J) y terminaremos esta segunda vuelta que le hemos dado al abecedario más dulce de Internet. Y a finales de septiembre habrá que plantearse ¿qué hacemos?
Los ingredientes elegidos han sido el kéfir y las fresas. Estas últimas ya dan los últimos coletazos de la temporada y por eso hay que aprovechar hasta el último kilo disponible. Es verdad que hay fresas durante todo el año pero las mejores se encuentran en las tiendas entre febrero y abril.
De las fresas poco más que decir que no haya dicho ya, porque han estado presentes en numerosos postres, tanto en el reto como en cualquier otra ocasión. Pero del kéfir poco hemos hablado, o al menos yo nunca antes lo había hecho.
El kéfir es uno de los productos lácteos más antiguos que se conocen y que se parece al yogur líquido pero que está fermentado gracias a un grupo de bacterias y levaduras. Procedente del Cáucaso, los musulmanas lo consideraban como una especie de maná enviado por Alá.
El kéfir es un hongo cuyos gránulos se asemejan a la coliflor. Existen dos tipos de kéfir, el de leche y el de agua, este último no necesita lactosa para fermentar. En cuanto a sus efectos beneficiosos se puede decir que previene el cáncer de colón, reequilibra la flora intestinal y regula el tránsito intestinal, tiene efectos anti inflamatorios, mejora la tolerancia a la lactosa, o mejora la respuesta inmunitaria, entre otros.
Se puede tomar solo, como si fuera yogur, acompañado de cereales o frutas, en el desayuno o utilizarlo tanto en recetas dulces, para preparar batidos o smoothies, rellenos de tartas y bizcochos como en preparaciones saladas tales como salsas o en cremas de verduras, aunque hay que tener en cuenta que pierde gran parte de sus propiedades cuando es cocinado.
La receta que hoy os traigo, una tarta-mousse de kéfir, no precisa horno y en ningún momento éste se ha cocinado por lo tanto sus propiedades siguen intactas. La elaboración es sencilla y esconde una sorpresa en su interior. A ver qué os parece.
TARTA MOUSSE DE KÉFIR, YOGUR GRIEGO Y GELATINA DE FRESA
INGREDIENTES
Para la base
- 200 gr. de galletas maría
- 95 gr. de mantequilla derretida
Para la mousse de kéfir y yogur griego
- 200 gr. de kéfir
- 200 gr. de yogur griego
- 100 gr. de azúcar
- 50 ml. de leche semidesnatada
- 6 hojas de gelatina
- 1 cucharada de vainilla
- 400 ml. de nata líquida para montar 35% M.G.
Para la mousse de fresas
- 250 gr. de fresas
- 7 gr. hojas de gelatina neutra
- 1 cucharada de azúcar
ELABORACIÓN
Primero preparamos la base de galletas para ello trituramos las galletas en un procesador de alimentos y las mezclamos con la mantequilla derretida.
Forramos el fondo de un molde de unos 18 cm. de diámetro con papel de horno y las paredes con acetato o con papel de horno si no tenemos acetato. Extendemos las migas de galleta en el fondo del molde presionando para conseguir una superficie lisa. Metemos el molde en el congelador.
A continuación vamos a preparar la gelatina de fresas que va en el interior de la tarta.
Necesitamos un aro o un molde más pequeño, o sea de unos 14 cm. de diámetro. Lo forramos con papel de horno o film.
Ponemos a hidratar las hojas de gelatina en un recipiente con agua fría unos 15 minutos.
Trituramos las fresas y las pasamos por un colador para eliminar las semillas. Ponemos el puré de fresas en un cazo y añadimos la cucharada de azúcar, revolvemos bien y calentamos sin dejar que hierva. Retiramos del fuego y añadimos la gelatina bien escurrida. Removemos para que se integre perfectamente.
Vertemos el puré en el molde y congelamos hasta que gelifique (1 hora aproximadamente).
Mientras se congela el interior, preparamos la mousse de yogur y kéfir. Primero hidratamos las hojas de gelatina poniéndolas en un recipiente con agua fría unos 15 minutos.
En otro recipiente montamos la nata que tiene que estar muy fría. Cuando empieza a formar picos suaves añadimos el azúcar y seguimos montando hasta que los picos sean firmes. Reservamos.
Calentamos la leche sin dejar que hierva en el microondas y agregamos las hojas de gelatina bien escurridas. Revolvemos hasta que estén completamente integradas.
Ponemos el yogur y el kefir en otro recipiente con la vainilla y añadimos la leche con la gelatina. Batimos hasta que la mezcla sea homogénea.
Comenzamos a incorporar la nata montada poco a poco integrándola con ayuda de una espátula y con movimientos envolventes para que adquiera una textura de mousse.
Cuando tenemos la mousse lista vertemos un poco más de la mitad sobre la base de galletas reservando el resto para después.
Desmoldamos la capa de gelatina de fresas que ya estará cuajada y la colocamos sobre la mousse de kéfir y yogur hundiéndola un poco. A continuación rellenamos con el resto de mousse que nos quedaba. Alisamos la superficie con una espátula. Refrigeramos toda la noche.
Desmoldamos la mousse y decoramos a nuestro gusto. Yo he utilizado unas fresas y unas hojas de menta. Refrigeramos hasta el momento de servir.
Ni os imagináis el delicioso sabor de la mousse de kéfir con la vainilla.... Mientras preparaba la tarta todo el que pasaba por la cocina metía la cuchara en el bol para probarla y quedaba encantado. Y no es para menos porque es suave y está riquísima, no en vano se cree que la palabra kéfir proviene del turco "kief" que significa agradable sensación o sentirse bien.
Me apetece mucho ver los postres que habéis preparado con este ingrediente, que aunque es común no es habitual en las cocinas de todo el mundo, sobretodo para la elaboración de postres, sino más bien tomado directamente y por lo general en el desayuno.
Seguro que un mes más me sorprenderéis con vuestra imaginación repostera y traeréis un ramillete de propuestas de lo más originales. ¡Estoy deseando verlas!