Una civilización que fue considerada la primera de Occidente, rica en metales preciosos como el oro y la plata, citada en la Biblia por el rey Salomón, protagonista de uno de los doce trabajos de Hércules, y que se correspondería con la misteriosa y desaparecida Atlántida según algunos historiadores. Pero, ¿Existió realmente Tartessos?
Tartessos, habría sido una de las mayores civilizaciones de la Antigüedad, pero sigue siendo un misterio su origen, su emplazamiento y su verdadera existencia, aunque algunos historiadores y arqueólogos lo tiene claro: Tartessos o Tarsis, se halla en la zona Sur de la Península Ibérica, y ocupaba parte de las provincias de Huelva, Sevilla, Córdoba, Cádiz y Badajoz, a la vera del río, incluyéndose también una pequeña parte de terreno en el vecino Portugal.
En el Antiguo Testamento, se menciona Tarsis, una zona lejana de Occidente de donde volvían a Israel los barcos cargados de oro, plata y otros metales. Lo podemos leer en los libros de Crónicas, Jeremías, Ezequiel, o Salmos, donde se mencionan sus extensas riquezas, y de los que se puede deducir que se trata un lugar lejano con respecto a Israel, al que habría que llegar navegando.
Muchos son los afirman, que ese lugar, Tarsis, es el mismo que Tartessos, que se menciona en obras paganas. Ya sean mitológicas o escritos de los más antiguos historiadores.
Desde los tiempos de la antigua Grecia, ya se buscaba información acerca de esta civilización.
Debía de ser una ciudad estado como muchas de las que habían existido en el mundo clásico.
Gobernado en forma de monarquía, cuyo rey más legendario pareció ser Argantonio, que toma su nombre precisamente de la plata (Argentum).
Argantonio
Uno de los escritores de la antigüedad que nos más nos ha hablado de esta ciudad, es Avieno, en cuya obra Ora maritima, realiza descripciones de la Península Ibérica, y menciona a Tartessos en diferentes ocasiones, refiriéndose a ella también con distintas acepciones, como ciudad, monte y río. De hecho muchos historiadores piensan que Tartessos es la manera con la que se denominaba al río Guadalquivir, antes incluso de que fuese el Baetis.
Tampoco los historiadores o los diferentes estudios arqueológicos, se ponen de acuerdo en un lugar concreto en el que situar la cultura tartésica, si bien, es claro y evidente que se trata del Sur peninsular, englobando algunas provincias de Andalucía, Extremadura y algunos puntos de nuestro país vecino, Portugal.
Estragó, también confirmaría la situación de la ciudad en esa zona <<Parece ser que en tiempos anteriores llamóse al río Betis -Guadalquivir- Tartessos y a Gadeira -Cádiz- y sus islas vecinas Erýtheia. Así se explica que Estesícoro, hablando del pastor Geriónes, dijese que había nacido casi enfrente de la ilustre Erýtheia, junto a las fuentes inmensas de Tartessos, de raíces argénteas, en un escondrijo de la peña. Y como el río tiene dos desembocaduras, dícese también que la ciudad de Tartessos, homónima del río, estuvo edificada antiguamente en la tierra sita entre ambas>>
Según se dice eran un pueblo alegre y de carácter jovial, muy cultos, sabían leer y escribir, y su tierra era rica en agricultura y metales preciosos muy codiciados por otros.
Como hemos mencionado, algunos hechos mitológicos tuvieron como lugar geográfico la denominada Tartessos.
Concretamente, en las dos últimas pruebas de las 12 de Hércules, se menciona el lugar. En la penúltima, Hércules tiene que levantar las columnas que tienen su nombre, y que se han identificado con el lugar del Peñón de Gibraltrar y la ciudad de Ceuta.
Hércules y Gerión
El siguiente fue matar a los toros de Gerión, rey tartesio, del que no solo se habla en la obra mitológica, si no que aparece en otras de Herodoto, Virgilio o Estrabón.
Como veremos más adelante, la figura del toro es recurrente en esta cultura, por lo que sería viable esta teoría.
El caso, es que después de los griegos, durante siglos cae en el olvido, y es en época medieval cuando vuelve a tener algo de auge y los arqueólogos comienzan de nuevo a mostrar interés por tal misteriosa cultura.
En 1492, Antonio de Nebrija, sí, el mismo que escribió la primera gramática castellana, identificó Tartessos con el río Betis, aunque no contó con el respaldo de los arqueólogos, pues no tenía fundamentos sólidos para dar un hipótesis.
Habría que esperar hasta el S.XIX para la investigación y las primeras excavaciones.
Dando por hecho que la civilización se hallaba en la zona mencionada, el pintor anglofrancés George Bonsor, decidió buscar el origen de la ciudad, y en Sevilla, logra encontrar varias piezas, en yacimientos hoy catalogados como Carmona, Setefilla y Cerro del Trigo, en tierras de Doñana.
Y es precisamente en este paraje, donde entra en juego un investigador alemán llamado Schulten, arqueólogo de gran experiencia que tiene la corazonada de que debajo de las marismas iba a hallar los restos de la civilización de que tratamos.
Schulten reunió todos sus conocimientos y hallazgos, en su obra Tartessos, de 1924 que sentaría las bases de excavaciones posteriores.
Es en esta zona en la que, ya en la actualidad, National Geographic, afirma que se situó la desaparecida e infinitamente buscada Atlántida, en un documental de contenido polémico y sin fundamentos sólidos para muchos, pero alejado del tema que nos ocupa y que daría para redactar otro artículo.
Las investigaciones cesaron durante un tiempo, pero el azar quiso, que una tarde de 1958, mientras unos obreros hacían unas excavaciones en un club de caza en Camas, cerca de Sevilla, encontrasen un recipiente de barro con piezas de oro macizo, concretamente 16 placas, dos pectorales, dos brazaletes y un collar, que pesaban casi tres kilos en total. Fueron estudiadas por Juan de Mata Carriazo, afamado arqueólogo que sin concretar a que cultura pertenecieron lo catalogó como “un tesoro digno de Argantonio”.
El tesoro de El Carambolo
¿Era una prueba de que realmente existió esta civilización?
Durante tres años el mismo arqueólogo mencionado más arriba, se dedicó a desenterrar la zona (llamada El Carambolo), aparecieron muros, piezas de cerámica, piezas datadas entre los siglos VII y VI a.C.
A raíz de sus informes y estudios, se comienzan a atar cabos y a definir la zona en la que se hallaron los tartesios, uniendo varios yacimientos, en Huelva, Sevilla, Córdoba, Badajoz y algo de Portugal, concretamente el yacimiento de Alcacer do Sal, y un yacimiento en Cádiz.
Sin embargo, muchos son los que siguen afirmando que Tartessos, nunca existió, y que todos los restos encontrados pertenecían a la cultura fenicia, de todos sabido, muy asentada en el Sur de la Península a partir del S. VIII. a.C.
Muchas teorías e incógnitas también en este caso ¿llegaron los fenicios al lugar de Tartessos intentando conquistarla? ¿Fueron dos culturas que se entendieron a la perfección y se fusionaron, o por el contrario se mantuvieron independientes?
Entre los años 2002 y 2005, dos arqueólogos sevillanos, Araceli Rodríguez y Álvaro Fernández, se propusieron volver a excavar el tesoro del Carambolo y sacar sus propias conclusiones. En su informe final, aseguran que el tesoro allí encontrado, pertenecería a la cultura fenicia y concretamente a los restos de un templo dedicado a la diosa Astarté.
Afirman que los restos que más se diferencian de los típicos fenicios, pueden deberse a la mezcla con un tipo de cultura local que hubiese antes de que éstos llegaran a la Península Ibérica, por lo que concluyen que Tartessos no existe, o por lo menos, no en esa zona.
Otros historiadores, están en completo desacuerdo con estas investigaciones. Para ellos el tesoro del Carambolo si es tartesio, como prueba de ello, ven claro la simbología de la piel de toro, hallada en una de las piezas, y en un altar desenterrado, signo que nos lleva al ya mencionado Gerión, y a sus toros. Y esta misma simbología se ha encontrado en otras excavaciones como la del Cerro de San Juan en Sevilla.
El porqué esta civilización desapareció tan repentinamente, es objeto una vez más de diferentes hipótesis, la más histórica por decirlo así, sería la de que su fin llegó a partir del año 535 a.C, año de la Batalla de Alalia, en la que los cartagineneses querían entrar en la Península, y contaban con la ayuda de los etruscos contra los griegos, al vencerlos, se cortaba la entrada de la ruta de comercio griego hacia Iberia, y la civilización poco a poco se fue consumiendo.
Contamos con muchas teorías de lo más rocambolescas, incluso las que afirman que el pueblo fue arrasado por un tsunami.
Quizás el gran problema es que no se ha hallado ninguna evidencia real de la existencia de este lugar, en tanto en cuanto que no han aparecido escritos arqueológicos, o cualquier objeto que lleve el nombre de Tartessos y que corrobore científicamente dicha existencia.
Mientras tanto, para algunos leyenda, para otros realidad, el misterio queda en el aire.