Una nueva madrasa, en esta ocasión es la de Kukeldash o “Hermano de leche”. Muy próxima al mercado que acabo de dejar atrás, es del siglo XVI y su magnífico portal tiene una altura de 25 metros. En esta ocasión, una singular excepción, ésta sí está en funcionamiento y de hecho veo gente joven saliendo y entrando, en vez de los típicos mercaderes que te miran con la esperanza de que les compres un bolso tejido a mano o algún recuerdo trabajado en madera o telas de colores. En esta parte de la ciudad se respira un murmullo animado, casi febril, juvenil, gente que ocupa las calles y jardines. La madrasa data de la época de los Shaybsnidas y su reconstrucción fue impecable tras los terremotos en 1866 y 1886.
Veo gente nadando, gente que se me acerca para preguntar de dónde diantres viene “este turista con aspecto tan poco autóctono “.