Es muy destacable una escena del principio de la cinta: un Tasio niño informa a uno de sus amigos de que a partir de ese día no va a ir a la escuela: su padre le necesita para trabajar. Este hecho, que pudiera ser desencadenante de tragedias en cualquier otra historia, encaja con naturalidad en el espíritu de esta. Tasio es, en cierto modo, la materialización de la parábola del buen salvaje, aquel que es bondadoso por naturaleza, aquel a quien se le ha grabado a fuego la enseñanza fundamental de su padre: toma del bosque solo lo que necesites, un mensaje ecológico primordial, donde va implícita la sabiduría ancestral de los que saben que el ecosistema ha de renovarse año tras año, por lo que la naturaleza solo admite esa perturbación que es el ser humano en su justa medida.
Y es que Tasio se siente pleno en soledad o en su reducido círculo de familiares y amigos. Cuando debe establecer relaciones mercantiles o laborales con otros seres humanos (la vida en sociedad) se siente incómodo y rebelde. Siente que es explotado y decide no servir jamás a los poderosos con su fuerza de trabajo. Cuando algún amigo le anima a emigrar a la ciudad, símbolo del progreso, él prefiere quedarse en su terruño, donde tiene el sustento y la felicidad garantizados. Un hombre fiel hasta la muerte a una forma de vida, que se gana día a día su libertad. Así, con la caza furtiva y su carbonera, puede mantener a su familia sin las contaminaciones corruptoras de la sociedad. El Tasio maduro se siente orgulloso de su vida y no la cambiaría por nada.