Ya tenemos coche nuevo y ahora bruuum, bruuum hacia el norte de la isla norte pero lo primero es lo primero: Perdernos? No! Quiero decir: selfie! O era perdernos por culpa de un selfie? Qué importa? ni nos perdemos ni nos hacemos un selfie, al menos no todavía. Todo llegará. De momento vamos de camino a Taupo-nui-a-Tia, Taupo para los amigos. Está a bastantes kilómetros así que no podemos perder mucho tiempo. El lago Taupo con sus 616km2 de superficie es el más grande de Nueva Zelanda. A mí no me emociona especialmente, de hecho el agua está fría y no hay olas pero Marta se vuelve loca nadando en él o caminando porque apenas tiene profundidad.
Me intenta vender la moto diciendo que una vez dentro el agua no está tan fría. Pero no me enreda, sólo me mojo los pies con mi Kindle en la mano mientras ella nada cual sirena por todos lados. De vez en cuando levanto la vista para asegurarme que un tritón no se la ha llevado y vuelvo a sumergirme en mi libro.
Sólo nos quedamos una noche en Taupo, suficiente para que sea inolvidable. Después de varios días sin lavar la ropa ya va siendo hora así que sacamos la cabeza por el cuarto de la lavadora y vemos como en la máquina hay una camiseta flotando entre agua y jabón pero no gira. Como somos chicas inteligentes esperamos pacientemente a que el chico recoja su camiseta y ponemos toda nuestra ropa en la lavadora. Toda menos el pijama que llevamos puesto. Una hora después vuelvo al cuarto de máquinas con la intención de poner la secadora. Y sí está nuestra ropa. Sí, sí pongo la secadora. No, no se ha desteñido nada con un calcetín rojo o algo parecido. Al abrir la tapa descubro toda nuestra ropa flotando en agua con jabón tal y como estaba la camiseta del chico una hora antes. La lavadora no gira, sólo llena de agua y jabón la ropa pero no limpia. Froto toda la ropa a mano como puedo, la seco retorciéndola y resignada la meto en la secadora. Tres ciclos de secadora después tenemos ropa sucia con un fuerte olor a jabón. Perfecto para visitar la zona famosa por su olor a huevo podrido, quiero decir azufre.
La zona tiene mucha actividad volcánica, aguas sulfurosas, geisers, granjas de miel y cascadas así que la idea es aprovechar para hacer turismo local. Pero no sin antes tomar un buen desayuno y descubrir, una vez más, que los neozelandeses tienen un acento muy particular en el que cambian todas las vocales de sitio. Al menos entendemos al dueño cuando nos recomienda ir a ver la apertura de la presa en treinta minutos. Cogemos el coche y llegamos a la presa justo para situarnos y ver como el agua sube de volumen e inunda todo el cauce, espectacular.
Volvemos a coger el coche y bajamos de nuevo a Taupo a llenar el depósito de gasolina. Volvemos a coger el coche y subimos a las cataratas de Huka, las más caudalosas de Nueva Zelanda. Las vemos desde varios puntos, aquí sí que hay selfie.
Volvemos a coger el coche y paramos en varios puntos sin llegar a salir del coche hasta Rotorua. Pasamos al lado de Wai-O-Tapu pero lo dejamos para otro día. El olor cada vez más intenso a huevo podrido no nos deja duda que nos acercamos a Rotorua. Nuestro alojamiento está a las afueras de la ciudad así que dejamos las cosas y volvemos a coger el coche para ir al centro a robar wifi al Burger King, al menos esta vez compramos algo.
A la mañana siguiente lejos del olor a azufre y huevo podrido hemos reservado un tour para ir a Hobbiton! (Léase el Señor de los Anillos, vea cualquiera de las 6 películas o salga de su cueva para más información sobre los Hobbits) Coche hasta la entrada de Alexander Farm donde nos recoge un bus que nos lleva a la ladera de la montaña de Hobbiton para una visita guiada.
En el autobús nos animan a ponernos nuestro disfraz si hemos traído alguno, me consuela pensar que no soy la persona más friki del mundo. Con 500.000 visitantes al año se pueden permitir un sistema de riego subterráneo que convierte la hierba amarillenta de los alrededores en la hierba verde y frondosa de Hobbiton.
Por un nada módico precio podemos ver agujeros de casas hobbits, un huerto Hobbit, el lago, el molino, el puente de doble arco y el árbol. Y desde el año pasado en el interior de la cantina del Dragón verde se pueden ver anuncios, ropa de hobbit y hasta beber bebida de verdad.
Durante la ruta nos dejan entrar en un único agujero Hobbit para hacernos una foto, nos dicen que el resto son sólo atrezzo pero mi parte friki sabe que los hobbits nos miran desde las ventanas con curiosidad y que las puertas son como el armario de Narnia.
Es comprensible que no quieran perder turistas a manos de la Bruja Blanca.
Un día más en Rotorua. Hoy toca madrugar, o lo que para nosotras es madrugar, para llegar a Lady Knox, un geiser que reacciona con el jabón. De la reacción se encarga un vigilante del parque que cada día tira un poco de jabón sobre las 10:45 para que los sorprendidos turistas hagan fotos. Sé que os preguntaréis inquietos a quién se le ocurrió la brillante idea de meter jabón en un agujero humeante situado en el suelo de una zona de aguas termales, barro burbujeante y zonas sulfurosas. La respuesta es que los prisioneros de la cárcel de Rotorua que venían aquí a lavar su ropa y lo descubrieron accidentalmente. No tengo datos de los prisioneros que escaparon usándolo como método de distracción.
Cuando el geiser deja de erupcionar y la gente se vuelve loca haciéndose fotos en primera fila, salimos hacia las piscinas de barro que sacan burbujas sin parar y vamos a desayunar/comer antes de volver a Wai-o-Tapu que en Maorí significa aguas sagradas. Wai-o-Tapu es un sitio realmente curioso, aquí la tierra tiene muchos colores; amarillo por el azufre, rojo por el hierro, naranja por el antimonio, negro por el carbón, blanco por el sílice, morado por el manganeso y finalmente verde por el arsénico. El recorrido por las diferentes zonas es de hora y media, nosotras nos pasamos dos horas intentando que la gente no salga en nuestras fotos e ignorando el olor. De vuelta escucho como un trabajador del parque le explica algo a una chica que lejos de hacerle caso le pregunta si al final uno se acostumbra al olor. Querida Rotorua; siempre te recordaré junto a Owakudani, en Japón, por vuestro característico olor a huevo podrido.
No hay mejor manera de acabar el día que pasar por el Polynesian Spa. Es un spa exterior con vistas al lago Rotorua, sus aguas son cogidas desde el subsuelo y enfriadas a varias temperaturas entre los 38 y 42 grados. Al comprar la entrada la chica de la puerta nos hace prometer que beberemos mucha agua de las fuentes gratuitas. Anuncian que es uno de los mejores 10 spas del mundo y que el padre católico Mahoney se bañaba regularmente en estas aguas para aliviar su artritis. En la zona central se pueden ver las antiguas piscinas termales en las que no apetece nada bañarse. Un cartel promete que la turbulencia de las aguas es debido a las reacciones químicas y que las piscinas son vaciadas y limpiadas cada noche. Resulta que sus aguas no sólo son beneficiosas para la salud sino que tienen wifi gratis y mientras nos asamos en las diferentes piscinas podemos leer y discutir la historia de Arquímedes gritando Eureka, Eureka por las calles de Siracusa. A medida que se hace oscuro la temperatura baja en el exterior y se está mejor en las aguas calentitas. Nos quedamos metidas dentro del agua de 6 de la tarde a 11 de la noche cuando ya está todo oscuro y tenemos la piel tan arrugada que parecemos viejecitas de 109 años, nos tienen que echar a patadas.
Links:
http://www.polynesianspa.co.nz/
http://www.waiotapu.co.nz