Taurinos sin solución

Por Antoniodiaz

Decía Groucho Marx que es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente.
Pues estos días el productor chiripitifláutico Simón Casas; Juli y Ponce, que demandan para sí mismos la competencia de la tauromaquia, que deben de estar los huesos de Pepe Illo y Cúchares revólviendose en su urnas funerarias; el maestro Esplá, en una de las cambayás que pega de vez en cuando -ora me arrejunto con el taurinismo; ora me posee el espíritu de Navalón-; y Manzanares, han despejado las dudas, que para el aficionado no las había, ad eternum
Tras el vergonzoso inicio de temporada, con la verbena de la chata del Hipercor; del timo de la estampita con las entradas en Olivenza; de indultos de estraperlo; la limosna de los toros de recambio; la vergüenza fallera, con varias tardes cumbre en antitaurinismo y penurias torunas; o el cambalache que tiene montado Matilla, el rey del trile, perito en el timo del toromocho;  no se les ocurre otra cosa que sacar pecho en lugar de taparse, que también es de toreros.
Julián López Escobar, dice estar harto de que los íntegros sean siempre el veterinario y el presidente, no encuentra comprensible que una persona -el usía- tenga tanto peso en las decisiones que pueden afectar a la trayectoria de los toreros y aboga por la liberación de la Fiesta de encorsetamientos y reglamentos. De la trayectoria del toro no dice nada, total, a quién le importa. Por no querer, no quiere ni bascula. Que los tenemos como ladrones, dice.
Y yo, Antonio Díaz, por lo menos sí. Y no me fio de él ni de cualquiera que tenga que ver con "el importancias" (Márquez, dixit) en tres mil kilómetros a la redonda. Todavía recuerdo como me tuve que tragar cuatro entradas hace unos años, para la tarde "más importante" del Corpus de mi tierra, porque al señorito madrileño, el que sostiene en el mismo coloquio que "el torero no elige los toros, sólo la ganadería", no le dió la real gana de torear una corrida de Vegahermosa, que vino a sustituir la titular de Jandilla, rechazada por los veterinarios por "sospechosa". Para el despistado lector cabe recordar que Vegahermosa es el hierro siamés de Jandilla. Manzanares, otro que bien habla, esa tarde también se borró, pero tuvo el noble gesto de presentar un parte facultativo por gastroenteritis, que es la nueva peste que asola a las figuras en los últimos tiempos. No me olvido tampoco de cuando en Huesca lo sancionaron por torear un bichejo del Torreón recién humanizado, o un año más tarde en Logroño, cuando volvió a ser cazado dándole fiesta y serrucho a uno de Pepito Arroyo. Eso, análisis mediante, porque de haber existido más controles sería demostrable que su carrera se basa en una adulteración permanente de la naturaleza del toreo: el Toro. Este mismo año, y no me voy a ir más allá, porque la cosa se alargaría más que la película del Titanic, le recuerdo otros dos líos: el del Puerto de Santa María, en el que junto a el Dúo Dinámico de Curro Vázquez, hizo un plante a la hora del sorteo porque el presidente se negó a dar el visto bueno a unas ratitas de Zalduendo. Se remendó la corrida y tuvieron el gesto de "torear por respeto a la afición". Tres meses más tarde, otra vez con un Zalduendo por medio -¡estos borregos están siempre como el jueves!- en Sevilla pasó lo que pasó. Que va camino de convertirse en best seller. Todavía los amigos de Sevilla Taurina están buscando el trozo de pitón que le faltó a aquel bicórnido que no valía para Bilbao por despitorrado. Es el bicho con bizquera  más mediático de la historia. A tanto llega su fama, que Fernando Domecq, el mánager de la ganadería, amparado en la Mesa del Toro, va a pedir derechos de imagen por cada ocasión que se mente al belcebú del quebranto en el cuernecito.
Ahora, en un loado acto de gallardía, que no le va a valer como penitencia,  va a hacer la gesta de anunciarse con los de la Quinta, que son los santacolomas de los modernos, en Córdoba. Le abrirá cartel Finito, con Perera por detrás. Finito en una corrida torista, así serán los seis apartados en el campo. Desde que es sabido el pueblo de la vieja ciudad califal vive en un eterno suspiro y el cauce del Guadalquivir, se ha marchitado de puritito espanto. La Quinta en Córdoba, cuánta importancia. Partido de Resina y Cuadri están libres en Madrid, pero no es lo mismo...
También Simón Casas ha largado más que un sacamuelas, empecinado en buscarle al toreo similitudes con otros espectáculos de masas. Ahora le ha tocado al cine, con sus estrellas del firmamento que, como los del G-10, también eligen sus guiones. No se le habrá ocurrido, ya puestos en comparación, que ver una película de dos horas, con guión a modo, elegido por cualquier estrella, al aficionado al cine le cuesta cinco o seis euros... Terminó descarrilando cuando dijo que en marzo, tan temprano, no hay toros presentables en el campo.
Lo de Ponce ni merece ser rescatado, pero viene a ser lo mismo que promulga Julián: que el toreo sea de los toreros siempre, menos para pagar, momento en el cual, será propiedad exclusiva del aficionado.
"A mi me da igual torear una ganadería que otra, cuando empezaba y no tenía opción de elegir, toreaba de muchas ganaderías". Esta frase está extraída de una entrevista a un torero hace escasos días. Leyéndola se imagina uno que el que está al aparato es un torero lleno de cicatrices del toro y zancadillas de la vida, al mismo Fundi, Robleño o Gómez Escorial, contando sus penas a sabiendas de que nunca serán oídas. Pero no. Estas palabras salieron de la boca de José Mari Manzanares, en un chat de Mundotoro. O es un cínico o cree que sólo lo leían los chinos que van los domingos de verano a las Ventas. Quizás ni una cosa ni otra, quizás sólo conozca un tipo de toro: el de Cuvillo, y de ahí que diga que lo ha toreado todo: el enano, el que tiene hechuras de cabra, el primo segundo de Idílico, el jabonerito bizco, el de la toreabilidad, el corniapretao con fundas, el de la movilidad o el de la carita de sietemesino.
En la misma interview, y para completar el anterior argumento, confiesa que tiene pensado torear una de la Quinta, pero que no sabe "ni cuando, ni dónde ni cómo". A eso lo llamo yo empuje y determinación. En fin, otro que se apunta a la Quinta, con el Juli, Perera y Finito. ¡Lagarto, lagarto! Que poco le queda a la ganadería del señor Conradi para verse como tantas otras que pusieron de moda las figuras, como los samueles o los atanasios, q.e.p.d.
Son unos taurinos, sin solución. Como el toreo, que tampoco la tiene.