"Taxi". La última novela de Carlos Zanón

Publicado el 30 diciembre 2017 por Juancarlos53

" Desde la terraza elevada de la Casa Usher, la vieja torre de sus padres, quince metros encaramados sobre el pasaje Arco Iris, en lo alto del Guinardó, Barcelona es una ciudad perfectamente posible sin Gaudí ni Plan Cerdà. Enfrente quedan las tres chimeneas de Sant Adrià, a un lado Santa Coloma, el Heron City, un edificio con una pintada pidiendo PAU para todas las guerras, y al otro lado Barcelona acaba en la torre Agbar, tapado el resto de la ciudad por la montaña sobre la que queda la iglesia de los Monjes Camilos" (In space... 'Taxi')

Sandino, - Jose, así, sin acento, lo llaman en su casa- recorre Barcelona, insomne en su taxi, durante el día y la noche. Es un hombre atractivo, culto, simpático, que esconde una pena profunda que no consigue aplacar con nada: ni con drogas de las que con esfuerzo consiguió apartarse en su día, ni con el sexo que practica de manera constante y habitual con mujeres que luego se le confunden en el recuerdo...

A Sandino no le gusta conducir, pero es taxista.
El taxista triste, el taxista mujeriego, el taxista bueno. [...]
El taxista melancólico, el niño triste, el taxista solitario"

¿A qué se debe este sufrimiento que le embarga? En la novela le acompañamos durante siete días en su Toyota Prius por toda la geografía urbana de Barcelona. Es taxista casi por ADN: lo fueron sus abuelos, lo fue su padre Josep y también su hermano Víctor que es quien le pasó la licencia. Sandino, -se llama así por su afición a la música y en especial a ese triple álbum de The Clash, "Sandinista!", que constantemente hace escuchar a quien quiera que sube a su coche-, aparece al inicio del relato camino del cementerio de Horta donde van a incinerar a su abuela Lucía, la mujer iniciadora de la saga familiar, con orígenes oscuros y marginales, que fue recogida por una familia burguesa barcelonesa hasta que ella misma decidió abandonarla al descubrir su auténtica cuna.


Es la segunda novela que leo de y, aunque tiene puntos en común con"Tarde, mal y nunca" [ir a su reseña pinchando aquí] que leí en 2015 -Barcelona, clasismo social, inmigración, marginalidad...-, en "Taxi" he visto un autor que maneja más resortes que en la otra. En especial me ha gustado la impronta musical en que envuelve todo el relato. Como digo me ha gustado aunque no sorprendido viniendo como viene de un enorme aficionado y conocedor de la música pop contemporánea como lo ha demostrado en publicaciones como "Bee Gees, la importancia de ser un grupo pop" (1998) o "Willy Deville: el hombre al que Rosita robó el televisor" (2003), además de haber colaborado como letrista con grupos como Loquillo y los Trogloditas.

Una novela de estructura musical

Carlos Zanón utiliza para estructurar la historia de Sandino durante esta semana prenavideña coincidente con el momento de escritura los títulos de los 36 temas que configuran el triple álbum que en 1980 publicó el grupo de punk británico . El novelista sigue, sin saltarse ninguno, el orden de temas que figura en dicho álbum. Y no sólo esto sino que incluso, cada seis capítulos -al igual que en la Dead wax o vinilo muerto de los discos originales- aparecen unas palabras sueltas, en principio enigmáticas, que cobran pleno sentido al unirlas en una frase: IN SPACE... / ...NO ONE... / ...CAN... / ...HEAR... / ...YOU... / ...CLASH !.

Acabados los títulos de temas musicales aparecen en la última parte de la novela, "LUNES", 4 capítulos titulados enigmáticamente dos de ellos como EPIC E3X 37037,que no es otra cosa que el número de catálogo de la edición original en vinilo, y como FSLN I, otro código que figura en el lomo de la portada. El sentido oculto de FSLN I es fácil de adivinar ('Frente Sandinista de Liberación Nacional') dado el nombre del personaje novelesco y el del disco. No hay que obviar que The Clash siempre exhibió una intencionalidad política en sus letras que con el tiempo se convertiría en su característica distintiva fundamental. El idealismo expresado en sus composiciones contrastó con el nihilismo de Sex Pistols y la sencillez de Ramones, las otras bandas emblemas del punk en la época.

Pero "Taxi", es una novela, no hay que olvidarlo, y no todo va a ser como en ese disco que por otra parte no era mejor que su predecesor ; por eso la semejanza estructural disco-novela se rompe con la distribución que realiza de los capítulos en los siete apartados en que estructura el relato. Siete apartados que llevan por nombre los días de la semana comenzando por un martes y finalizando en el lunes siguiente. Cada una de estas partes se enmarca bajo una cita inicial de un músico, un cineasta o de un escritor. En estos siete apartados los capítulos titulados como las canciones de The Clash se distribuyen de la manera siguiente: 9 - 8 - 7 - 5 - 3 - 5 - 4 . Sitúa Zanón el momento álgido de la acción en el sábado con sólo tres capítulos en los que la acción discurre con un ritmo endiablado. Une el novelista todo en la estructura general del libro, pero se percibe a las mil maravillas en este capítulo: el Sábado es el día más esperado de la semana, el día en el que todo puede pasar y de hecho en la novela pasa; también el disco "Sandinista!" eclosionaba en esa parte en la que se desvelaba la palabra clave de la obra que estábamos escuchando: CLASH!, o sea, el grupo que colectivamente firmaba y se hacía responsable de la autoría de todos los temas.

En definitiva, pues, el autor va dosificando la información y graduando el ritmo del relato con unos inicios más demorados en los que nos va dando la información que necesitamos para comprender todo lo que luego irá a suceder. Así el número de capítulos va descendiendo desde la primera parte 'MARTES' hasta la antepenúltima 'SÁBADO' (9, 8, 7, 5, 3) para luego, ya producido el instante climático de máxima tensión, pasar a unos momentos más sosegados en que todo ya va a resolverse dentro de unas sorpresas inesperadas y al tiempo muy comprensibles (5 y 4).

De lo más interesante me ha parecido el manejo que el autor hace de la figura del narrador. Normalmente nos encontramos con un narrador externo, en 3ª persona, que es quien cuenta la mayor parte de la novela. Sin embargo también encontramos capítulos en los que la narración se realiza desde dentro de la misma a través de una primera persona partícipe en la acción. Tal sucede cuando se nos da información relativa al pasado de Lucía, la abuela fallecida cuyas cenizas lleva Sandino en su coche durante prácticamente todo el relato. Con esta persona intradiegética Zanon introduce su relato dentro de una dimensión mágica donde el tiempo ya no cuenta: Teresa, que es quien cuenta en 1ª persona lo ocurrido a Lucía durante su niñez está nerviosa y presurosa pues, dice, va a salir a escena en la función navideña que se está realizando en el teatro de su colegio. E igual que dice esto a renglón seguido cuenta que Lucía seis años después de ella haber muerto se enteró de quiénes eran sus verdaderos padres. Sin previo aviso la figura del narrador en 1ª pasa en ese mismo capítulo a manos de otra de las hermanas pues quien contaba como testigo lo sucedido a esta dura mujer penetraba como sin saberlo en el futuro imposible al relatar aspectos que no pudo contemplar al llevar muerta ya varios años antes de los sucesos que relataba.

Por último también aparece un narrador en segunda persona que se ve reforzado con la tipografía en cursiva. Corresponde a la conciencia del protagonista que como un Pepito Grillo va comentando, reflexionando, enjuiciando en silencio algunos de los aspectos que le van sucediendo a él o a quienes en torno a él se mueven. Este narrador me ha gustado mucho pues nos hace comprender al personaje y casi, casi, entrar en su mente y entenderle desde su interior.

La galería de seres humanos que aparece en esta novela negra está en línea con el 'dirty realism' (realismo sucio) tipo novelas de Jim Thompson que Carlos Zanón practica usualmente en sus escritos. Son personajes muy creíbles, muy reconocibles en la vida diaria, que podemos dividir en dos grandes grupos: mujeres y hombres.

Entre las -no podemos olvidar que Jose, el Pecas o Sandino, como quiera que lo llamemos es un mujeriego incorregible-, tenemos a Vero, el amor de su vida; a Sofía, la colega taxista por la que se partirá la cara sin más recompensa que la pura amistad; a Lola, su mujer, que quiere hablar seriamente con él, conversación que él elude constantemente porque intuye de qué va; a Helena, que le salvará el tipo en una situación muy comprometida; a Cris, a quien acude cuando ya no puede más; a Llámame Nat, su ideal inalcanzable, su unicornio azul; a su abuela Lucía de la que al inicio de este post algo ya he comentado; a Fina, su madre, que le pide que la lleve al médico y se lamenta de que siempre esté enfadado; a las dos niñas, Valeria y Regina, que todos los días lleva al colegio y que sacan de él lo más noble y puro que esconde en su interior; etc.

Entre los hombres , la nómina no es menor: Jesús, el iluminado que se encuentra Carmen, una cliente anciana del taxi de Sandino, y que luego acompaña al protagonista en momentos importantes del relato; Víctor, su hermano: " El hermano de Sandino se llama Víctor y todo el mundo le llama Víctor. No hay mote para Víctor. En el instituto le llamaban maricón "; Héctor, " Vero era amante de Sandino. Héctor era exmosso y regentaba el bar Olimpo "; Josep, el padre de Sandino, que le ha pedido que le lleve las cenizas de Lucía; los compañeros taxistas Pelopo, Bólido y Rafa, siempre " mirando con pulso de francotirador el culo andarín de alguna chica que pasa "; Quim, el dueño del 'Stalker', un garito de la noche barcelonesa donde se trafica con todo; los musulmanes Ahmed y Emad: " Emad, el hermano pequeño de Ahmed, es ahora huraño y esquivo, no tiene nada que ver con el chaval que Sandino conoció cuando era poco más que un adolescente. "; y también como en el caso de las mujeres la variopinta fauna de los clientes que recoge en su Toyota Prius y a los que apenas mira ni memoriza.

La suma de los seres anteriores configuran Barcelona, el verdadero personaje principal de la novela, porque en esencia, este taxi que recorre la ciudad nos hace un dibujo muy completo de esta gran urbe. Una ciudad dinámica, viva, mercantil, política:

"Esto es Barcelona. Aquí el dinero anda siempre disimulado. Ostentar es de mal gusto. Mira el puto Millet o los hijos del padre de la patria. Tú eres polaco como yo. Lo sabes perfectamente ." (pág. 184)

Una novela que sale de lo clásico

El mismo escritor en conversación con Berna González Harbour confesaba a la escritora que su intención en este relato era la de escribir una novela que saliera de lo clásico y, por ende -esto lo añado yo-, que se sale del clásico planteamiento de lo que se entiende por novela negra. La verdad es que aunque Zanón se inició en sellos con este marchamo -él mismo hace nada en el diario El País en esa misma conversación hablaba de su abandono de la editorial RBA por el acusado marbete de Novela Negra de la colección en la que se le había ubicado- "Taxi" lo es, pero no tanto. Es cierto que tiene elementos noir como la noche, la marginalidad, el mundo urbano nocturno, el sexo, el tráfico de sustancias..., pero los caracteres generales del mundo externo e interior del protagonista casan más con el costumbrismo realista (el mismo Carlos Zanón con su ruda sinceridad comentaba en 'Babelia' a propósito del lanzamiento en octubre pasado de esta novela que " la novela negra es Galdós con dos hostias ") del Juan Marsé de "Últimas tardes con Teresa" ( Sandino me ha recordado no pocas veces a Pijoaparte, así como Llámame Nat a Teresa) y del Manuel Vázquez Montalbán que dejaba corretear a su personaje Carvalho por las calles y barrios barceloneses igual que él recorre con su taxi todos los barrios de Barcelona, los burgueses y los depauperados.

Este salirse de lo clásico se patentiza en ese taxista que lee ensayo, novela, poesía, que debido a sus lecturas utiliza un vocabulario distinto al habitual en el gremio y que se encuentra perdido en un mundo que no le entiende y en el que él habita sin ningún convencimiento.

Una novela con muchísimos guiños

Mi amiga y excelente reseñadora de libros, Rosa Berros del blog "" utiliza esta expresión en su comentario sobre esta novela. Me ha gustado y con/sin su permiso la tomo.

Guiños musicales. Ya he señalado el principal. Pero hay muchísimos más; por ello, porque me encantan los gustos musicales de Zanón me he paseado por Spotify escuchando "Sandinista!" y otras canciones que detesta Sandino pero que son más que interesantes. Dejo aquí los enlaces para que si lo deseáis podáis escucharlas. Veréis cuántas de ellas conocéis.

Guiños literarios . ¡Uf! Cantidad. Si algo tiene el novelista es una inmensa cultura literaria. Ha leído lo que no está escrito (ja, ja...). Fuera ya de bromas es evidente que Sandino es un Ulises perdido en el mar de la gran ciudad. Muchos detalles nos llevan a Homero y a su "Odisea": el bar Olimpo en el que Sandino encuentra refugio, el dueño del mismo que se comporta en cierto momento con él como el Cíclope en la cueva, el canto de las sirenas reconocible en Llámame Nat y otras mujeres que ejercen sobre Sandino una peligrosa atracción, el puerto seguro que como una Penélope es Lola... Incluso una de las partes se enmarca bajo una cita de "El Ulises" del escritor irlandés W. B. Stanford.

En muchos otros momentos se percibe el guiño, la alusión, el intertexto literario. Así cuando contesta a las niñas Valeria y Regina malhumorado (" al ver las caras de espanto de ambas, se percata de que quizá esté siendo demasiado brusco, demasiado distinto al Sandino de siempre, todo un Long John Silver al que acaban de desenmascarar. Ha de tranquilizarse.") Robert L. Stevenson y su "La isla del tesoro" revolotea por el interior de su taxi. Otras veces no hay alusión sino cita directa como sucede con las citas-marco de los distintos días de la semana que estructuran la novela, muchas de las cuales pertenecen a escritores como el poeta francés René Char, el poeta dadaísta rumano Tristan Tzara, el ya citado W. B. Stanford o el periodista y ensayista norteamericano Janet Malcolm.

Guiños cinematográficos. También son muchísimos. Para mí el principal es el tremendo parecido que he creído hallar entre la aventura nocturna de Sandino por los antros de Barcelona y "Jó, qué noche", la película dirigida por Martin Scorsese en 1985, precisamente la época en la que se hacía música que gusta y disgusta al conductor. (" La música ya es otra cosa. Suenan los Guns. Menuda noche ").

En estos guiños al cine reside parte del humor que Zanón reparte en medidas dosis por su novela. Sirva de ejemplo esta frase -" Todo el mundo se muere menos Kirk Douglas "- que tras la gracia esconde uno de los profundos sentidos de todo el relato: la Muerte está ahí.

Una novela que no se agota en sí misma; una novela dura, sin concesiones; una novela que habla sobre la esencia del ser humano; una novela que denuncia la impostura de una sociedad que se esconde tras una cortina de falsedades -drogas, sexo, falsos amigos, postureo político, el engaño al otro y a uno mismo...- obviando lo esencial para el ser humano: sinceridad, amor, amistad, entrega desinteresada a los demás, disfrute artístico...

Una novela que más que negra se desarrolla en una sociedad que ennegrece cuanto toca, una sociedad de la que conviene escapar para reencontrarse con uno mismo. Y al tiempo, en el inmenso lodazal en que están sumidos la mayoría de los personajes, un atisbo de esperanza representado en la inocencia de esos niños que dicen las cosas a la cara sin dobleces interesadas como las de sus mayores.

Una novela excelente, magnífica.