Revista Insólito

Taxista al pasado, por las buenas o forzado

Publicado el 10 marzo 2022 por Doctor Krapp @Dr_Krapp
Taxista al pasado, por las buenas o forzado
  • Vayan entrando, por favor, no se queden en la puerta. El despacho es pequeño, pero creo que habrá sitio para todos.

 Me estaba volviendo un hipócrita desalmado. Aquello no era un despacho. Era el minisótano  guarro de mi colega, el pintor, que me lo dejaba cuando vuestro amado detective Fiz Arou, tenía visitas campanudas. Eso sí, era un esfuerzo inútil vaciarlo de sus lienzos nunca acabados; aquel tufo a pintura, barniz y aguarrás seguía presente.

  • ¿Cuántos son?
  • Diez -contestó una señora mayor con aires de marquesa.
  • Uf, no sé si habrá sillas para todos.
  • No se preocupe, estaremos poco rato. Además, las doctoras pueden permanecer de pie, cerca de la puerta. ¿Verdad, chicas?
  • Sí, claro, doña Gertrudis, no habrá problema.
  • Ah, estas chicas, son muy ambiciosas, pero tienen buen corazón.

Doña Gertrudis y sus dos vetustos compañeros ocuparon las tres sillas disponibles. Detrás, apoyados precariamente en los respaldos, se formó un segundo grupo formado por dos hombres y dos mujeres de mediana edad. Las tres jóvenes doctoras escoltaban a los otros desde el fondo del tugurio.

  • Permítame una mínima presentación de la gente que me acompaña y de mi propia persona.

Desconecté al momento. No soporto la insidiosa insistencia de los enfermos de titulismo cuando quieren hacernos partícipes de sus éxitos académicos. Al final, solo tuve claro que los tres sentados, entre ellos mi interlocutora, eran catedráticos eméritos de la universidad; los de detrás eran tres idem pero en ejercicio, mientras que el otro era un profesor titular. Las tres jóvenes del final, eran profesoras contratadas pero con mucho futuro por delante dada su aviesa facilidad para la zalamería.

  • El motivo que nos trae hasta su presencia, es que sabemos de sus tratos con el pasado. 
  • ¿Tratos con el pasado?
  • Sí, sabemos que usted tiene un aparato que le permite ir a través del espacio/tiempo. Una especie de...
  • Contenedor de basura. (Aquí os recuerdo como lo encontré)
  • Sí, no quería ser tan explícita, pero creo que la cosa va por ahí.
  • ¿Y?
  • Nosotros somos catedráticos y catedráticas, profesores y profesoras de historia.
  • Me hago cargo de sus habilidades profesionales y respecto a su género, con que usen uno, me llega. El que ustedes elijan, no tengo preferencias.
  • Disculpe, es una época muy difícil y tenemos que hablar con mucha redundancia. Eso es parte de lo que nos trae hasta aquí.
  • Ustedes dirán.
  • Digamos que ser historiador o historiadora se ha vuelto muy difícil, ya que se está instalando la extraña idea de que para entender algo hay que vivirlo por uno mismo. Es decir, aunque soy medievalista emérita, no puedo conocer nada porque no viví en mismas propias carnes como una sierva de la gleba, como un miniaturista benedictino o como la mismísima Eleonor de Aquitania.
  • Chorradas sentimentales, pasará la moda.
  • Cierto, pero mientras tanto tenemos que soportar que la emoción y la subjetividad se adueñe de todo. Lo que no se es o no se ha vivido es discutido. Solo los de la propia tribu pueden entender a la tribu. La negación de cualquier saber que vaya más allá de lo propio. El forofismo como arma y escudo frente al resto.
  • Vale, lo que dice es un poco coñazo, pero parece verdadero. Es un mundo de mierda, pocos lo discuten. Al grano ¿qué quieren de mí?
  • Su aparato puede servirnos para hacer incursiones al pasado y confirmar  que nuestras conclusiones no son erróneas.
  • ¿Y si confirman que lo son? 
  • Rectificaremos.
  • No me creo nada, antes destruirían el aparato y se librarían de mí. Quedarían como mentirosos y su prestigio se hundiría en el fango. Tanto libro, tanto congreso, tanta conferencia, tanto alpinismo en el escalafón académico, tanto articulillo en las revistas del ramo. En fin, la verdad es que tampoco me veo como un taxista de la historia.
  • Le pagaríamos espléndidamente.
  • No es cuestión de pasta, solo que respeto a mi pellejo.  Sé cómo se ponen ustedes por cualquier minucia y si tienen que cambiar dos siglos de escritos no les va a molar nada.
  • Como quiera. Chicas, sacar las AK 47. Vosotros, apresad a este payaso.

Al momento, las chicas sacaron de los largos abrigos sus fusiles de asalto, y me apuntaron con mirada asesina. Los prestigiosos catedráticos, por su parte, no tuvieron problema en agarrarme y atarme con saña a la silla.

  • Escúcheme, imbécil, no somos unos inofensivos e inofensivas, profesores y profesoras, universitarios y universitarias. Formamos el Grupo  Guerrillero para el Restablecimiento de la Justicia Histórica (G.G.R.J.H.). No queremos ir exclusivamente de tournée al pasado. Vamos a secuestrar  a aquellos personajes históricos siniestros que  no sufrieron el castigo que merecían y les aplicaremos, trayéndolos al presente, su debido correctivo. Diga lo que quiera antes de que le llevemos al contenedor. Por las buenas o forzado, va a ser nuestro taxista al pasado.

La emérita se había puesto en jarras y me miraba con el desprecio que reservaba a los doctorandos que no le hacían las fotocopias a tiempo.

  • Disculpe, catedrática, pero solo me acosa una duda. ¿Son el Grupo Guerrillero para el  Restablecimiento de la Justicia Histórica o he entendido mal y en realidad son el Grupo de Guerrilleros y Guerrilleras para el Restablecimiento de la Justicia Histórica
(Capítulo 64 de Kaskarilleira Existencial. Aquí están sus otras historias)

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