No hace mucho comentaba con un amigo que esta moda de llevar a la pantalla tebeos no era ni mucho menos nueva, y entramos a deliberar acerca de la relativa bondad de los productos que en tal subgénero se nos ofertan, en una cantidad tal, últimamente, que quizás lo que pretenda la industria estadounidense sea alcanzar la categoría de género y devenir en especialidad reconocida por su calidad intrínseca más que por su negocio comercial.
Como sea, está clarísimo que la moda de novedosa no tiene nada y que hace ya muchos años el cine intentaba aprovechar el filón del tebeo popular, aunque entonces nadie osaba erigirse en oráculo de nada ni en proporcionar filosofías trascendentales a productos de entretenimiento nacidos de páginas gráficas más o menos bien dibujadas.
Hubo una heroína en esos tebeos que gozó de fama y hete aquí que en una eṕoca muy activa cultural y políticamente, 1968, el espabilado francés Roger Vadim, que ya había gozado las mieles de Brigitte Bardot, aprovechó su tercer matrimonio con otra hermosa rubia (creo que las iba renovando con la edad [de ellas, claro]) para exhibirla, como de costumbre, en una de sus películas intrascendentes que siempre supo presentar rodeadas de un halo artístico, muy en la línea de la "gauche divine", cuando luego el público iba por ver la maciza de turno.
Así que, ni corto ni perezoso, Roger, cual Tarzán moderno, coge a su Jane y la convierte en Barbarella y si les parece vamos a detenernos en los títulos de crédito, pero antes de ver el vídeo recuerden que estamos en el año 1968: para situar a los más jóvenes: hacía tan sólo tres años que Mary Quant había escandalizado medio mundo con la minifalda y en las playas apenas se veían los primeros biquinis.
Títulos de crédito de Barbarella (1968)
Al pobre de Henry se le debió quedar la sonrisa congelada, no sólo por la cutre realización: supongo que se han dado cuenta del simplísimo truco de esa bochornosa ausencia de gravedad...
¿O no?