Gracias a Penguin Random House por el ejemplar.Noah y Jude son inseparables, dos hermanos absolutamente diferentes que se enfrentan al mundo juntos, complementándose. Con trece años, el solitario Noah dibuja sin parar, es un genio del arte y se ha enamorado en secreto de su carismático vecino. Con trece años, la atrevida Jude se lanza desde altísimos acantilados para experimentar el subidón de adrenalina, lleva pintalabios muy llamativos y habla por los codos. Pero tres años después, Jude y Noah casi no se hablan. Algo ha ocurrido entre ellos que ha roto a los mellizos de formas diferentes y dramáticas… Hasta que un día la vida de Jude cambia cuando conoce a un chico guapo, frágil y arrogante… y a alguien más, una nueva fuerza aún más impredecible, y ligada a su pasado de forma inevitable.
Te daría el mundo es probablemente uno de los mejores (si no el mejor) libros que leí durante este año. Sí, me atrevo a decirlo aún sin haber llegado a diciembre. Y si no entendés por qué, es probable que estés mostrando la hilacha de que no lo leíste.
Te daría el mundo es un libro fresco, con una narración que nace desde dos puntos de vista y que tiene una historia que parece creada a las apuradas por la coherencia pero que poco importa, al fin y al cabo. Ya sé que no estoy siendo justa porque cuando una historia no es del todo coherente le bajo mucho el puntaje en Goodreads, pero la historia queda tan por detrás de las emociones que transmite que no termina siendo lo más importante.
Te daría el mundo cuenta la historia de dos mellizos, Noah y Jude, que son dos copos de nieve: parecen iguales, pero no lo son en lo absoluto. Sí se llevan bárbaro y son muy pegados el uno al otro... tanto que saben muchos de los secretos que el otro esconde aún sin que se los haya contado.
Aún así, en algún momento de su vida comienzan a separarse. Ah, los maravillosos y malditos 13 años... la edad bisagra en mi vida y en la de muchos otros (entre ellos Noah y Jude). Jude empieza a salir más con sus amigas, a vestirse como se visten en general las chicas; a dejar de lado a su mellizo y a empezar a hacer su mejor camino: el que le parece. Pelea con su madre como toda adolescente, y es muy compinche con el padre.
Empiezo a pensar que si guardé silencio durante todos estos años fue porque Brian aún no había aparecido para escucharme.
Por otro lado está Noah, sumergido en su arte, su pasión y su secreto más grande: es gay. Es gay y no quiere admitirlo. aunque se ve a grandes rasgos. No puede evitar dar señales de ello cuando conoce a su vecino, del cual se enamora y con el cual quiere tener sus primeras experiencias.
Lo mágico de esta historia es que no es una novela más de primeras veces. Sí hay primeras veces de muchas cosas, pero no es en absoluto lo principal. Dentro de un universo de realismo juvenil donde esas probadas de libertad son muchas veces blanco de desarrollo para un autor, acá Jandy Nelson se basa en esa amistad (a veces) incondicional que te da un hermano, los problemas familiares, los secretos... la vida.
Para que se produzcan milagros tienes que ser capaz de verlos, Jude.
Sí, la historia tiene algunas cosas medio fantasiosas (como una capacidad que tiene Jude que no quiero contar por si se lo considera spoiler, o la revelación de uno de los secretos que termina siendo terriblemente complicado para ser real), pero como dije... todo eso queda muy por detrás de lo que la autora tiene para contar.
Lo cierto es que yo sentí que este libro era una apología de la adolescencia más cruda que hay. Obvio que a todos no nos pasó/pasa lo que a los personajes, pero hay situaciones globales que simplemente son inevitables: el querer pertenecer, las peleas con tu mamá/papá, las peleas "irreconciliables" con tu hermano/a, la inseguridad, los secretos... todo. Todo, che, todo.
Hay algo que me quedó en la cabeza y como soy muy obse no puedo dejar de mencionar: a los adolescentes, así como a los peques, se les queda todo grabado en la cabeza. Todo. Y cuanto peor sea lo que le decís, más se le va a quedar. Y es algo que me partió el corazón durante buena parte del libro porque todos tuvimos/tenemos/tendrán (ustedes) un ejemplo personal de lo que les estoy hablando.
Mientras paga, le suelto:
-No sabía que te gustaran los documentales de animales.
-¿Lo dices en serio? ¿Y por qué crees que te gustan a ti? Cuando eras pequeño, tú y yo nos pasábamos la vida viendo documentales. ¿No te acuerdas?
No. Me. Acuerdo.
Recuerdo: En este mundo, o nadas o te hundes, Noah. Recuerdo: Hazte duro y serás duro. Recuerdo todas y cada una de las aplastantes miradas de decepción, de bochorno, de perplejidad que me lanzó en su vida. Recuerdo: Si tu hermana no fuera mi viva imagen, juraría que naciste por partenogénesis. Recuerdo a los Niners de San Francisco, a los Miami Heat, a los Giants, el Mundial de fútbol. No recuerdo que viéramos juntos Animal Planet.
Y si quieren que les sea sincera, excepto que sea terriblemente terrible, no hay un solo libro sobre hermanos que trate sobre estas cosas (y me atajo porque aún no leí Prohibido, pero saben a lo que me refiero) que no vaya a amar porque me hace acordar a mi hermana. Y mi hermana es mi vida y estos libros me hacen poner gay *se limpia los mocos*.
Los sentimientos que transmite son increíbles y tremendamente reales. Y quien no se haya sentido identificado con algo simplemente no tuvo adolescencia o tiene el corazón de hielo.
(AUTORRETRATO: Chico rehace al mundo antes de que el mundo rehaga al chico.)
Libro excelente que le recomiendo a todo el mundo... pero ojo. No vayan con altas expectativas, porque todos los que esperaban algo del libro lo terminaron odiando. Yo comencé este libro pensando que no me iba a gustar. Y así me fue.
PD: no, el final no me pareció de lo más natural y no terminó de cerrarme. Pero, como dije, lo dejé pasar por todo lo demás.