No puede decir que no por distintas circunstancias. Pero es que además, quizá, no quiera decir que no. Su trabajo le ha costado llegar hasta ahí y le gusta lo que hace. En realidad es la situación de muchos padres/hombres, pero yo como madre pienso en lo duro que debe ser. Creo que yo no podría hacerlo.
Ante situaciones como estas a veces pienso que aspiro a un imposible. Que la conciliación con mayúsculas es casi una utopía. Que a ciertos niveles no se puede estar en misa y repicando. Hay que elegir. Espero estar equivocada y que en el futuro sea diferente.
A mi amiga la han ascendido. En otro momento de su vida lo hubierta tomado como una buenísima noticia. Ahora no tanto, y es que acaba de reincorporarse tras sus 16 semanas de permiso por maternidad. La noticia sigue siendo buena pero… un ascenso a directora implica mucho esfuerzo y sacrificios. Las cosas no vienen solas, hay que currárselas. Los sacrificios en este caso pasan por dejar a su hija muchas horas en la guadería, viajar, llegar tarde a casa y verla muy poco. La balanza no está equilibrada, ¿pero qué puede hacer?