Te pido perdón... por no haber sabido leer que me necesitabas y no estaba, que no leía tu corazón, sino las letras que mi mente plasmaba desde tu ventana.
Te pido perdón... por no estar a tu lado, cuando me pedías a gritos que te dejase ver desde el silencio de nuestras miradas, desde el interior de las nubes, desde lo más profundo de tu alma.
Te pido perdón... por dejarme arrastrar por la soledad de mi calma, por dejar de enfocar las farolas, por sollozar sin lágrimas, por no poder sentir las estrellas por más que en ellas me concentraba.
Te pido perdón... por envolverme en mis propias alas... por negarme a escuchar los latidos de los colibríes alrededor y tan cerca de tu perfumada cara.
Te pido perdón... delante de todos, mientras me lanzo a tus brazos de marejada.
Te pido perdón... por mantenerme inflexible y desear que comience de nuevo un mañana.
Te pido perdón... y como dijo Rabindranath Tagore: "Déjame un poco de mí mismo para que pueda llamarte mi todo" y ya no te pediré nada.
CHEMA GARCÍA