Esto es un hecho demostrado, en el mismo momento en el que los músicos comienzan a tocar, surge una tos que ya no se callará en todo el concierto y lo que es peor, contagiará a otras toses que se unirán a ella, creando una sinfonía paralela.
Cuando la tos es discreta, como vergonzosa, parece que no resulta tan molesta, pero a veces la tos que se escucha, es una tos estrepitosa y molesta, provocando automáticamente que pensemos que se trata de un bronquítico crónico, de un fumador empedernido o de un tuberculoso en pleno ataque de tos.
Si ya resulta bastante molesto escuchar las respiraciones intensas, el grado de malestar va en aumento al escuchar el concierto paralelo de las diferentes formas y motivos por los que sale violentamente el aire de los pulmones.
Pero la duda qué me asalta a continuación es, si el concierto de toses no lo provoca una enfermedad, ¿qué lo provoca?, los nervios, la emoción o quizás el aire de la sala…, pero eso afectaría también a los músicos, y entonces ya sería una debacle.
Pensando en las toses inoportunas, no me parecía que fueran tan insufribles en otros ámbitos de la vida, es como si de alguna manera dejaran de escucharse tan escandalosamente.
También en previsión de los inoportunos ataques tosunos, a la entrada de la sala de conciertos, se podía poner un puesto de jarabes, pastillas para la garganta y caramelos que eviten el desagradable carraspeo. Pero si esta medida también falla, no estaría de más intentar educar las toses, de manera que el resultado fuera más musical.
Pero si ya lo decía Beethoven “Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo”.