Te quiero cada día sin grietas y las noches de lágrimas y miedos. De euforia, bailando en una nota de amor y deslizando las palabras por el alambre imperfecto en equilibro con las horas.
Amo cada confidencia, el abrazo de oso para proteger cualquier fragilidad de mi día. O el adiós que te clavó el último amor eterno que cambiaba una y otra vez.
Te quiero Luuli con tus novios y los míos, en el desparpajo y el respeto. En los pequeños dramas y los años.
En el instituto cuando me volvía loca el profe de geografía, a todas nos volvía locas y tú te reías y decías no entenderé nunca a las chicas y los demás asentían cómplices. Siempre como dos joyas brillando bajo el sol.
En la oscuridad con una canción de despedida donde te descubría tan desprotegido llorando desconsolado por Orlando o Mauri o Víctor o cuando corríamos los dos bronceados de ola y sal.
Con pareja o sin pareja con amigos o solo, cuando lloras o ríes...
Eres bello. Totalmente bello.
¡Qué nadie ponga sus garras sucias y dementes sobre ti!