Hace 3 años y medio que no estábamos juntos y eso se dejaba notar en el ambiente. Mis manos, otrora hábiles y auténticas expertas en explorarte, se habían convertido en torpes, dos apéndices exentos de imaginación.
Aún recuerdo nuestro último encuentro en enero de 2010. Ese día fue nefasto, estábamos nerviosos y no supe valorar lo que me ofreciste. No respondí bien. Me diste otra oportunidad una semana después y esa vez...
Durante este tiempo te he visto. Te he visto pero no te he sentido cerca. Veía como ibas haciendo nuevas amistades. Unos volvían, otros no. Unos te hacían sentir sucia y te chillaban. Otros te trataban como una reina, y tú les correspondías con tu pasión, tu emoción, tu voz. Dejando que se acurrucaran en tus brazos y siempre, siempre dando más de lo que recibes.
Hace unas semanas te vi y reuní el valor. Fue un encuentro fugaz. Pero esa fugacidad fue la que me hizo recordarte. Volví a impregnarme de tu olor, tus colores y tu sabor.
Quedamos el domingo por la mañana. Nunca lo habíamos hecho así, pero... tenemos que ser pacientes. Ver como va este reencuentro.Tan nervioso estaba... Me puse mis pantalones, tu camiseta... Me lavé las manos, las 2. Quería tener las manos limpias para sentir de nuevo tu piel en su máximo esplendor. Una mezcla de suavidad y terciopelo. Bajo las yemas de los dedos sentí escalofríos. Tus curvas de nuevo. Esas curvas perfectas que anhelaba, que no supe encontrar nunca más después de nuestra última cita. Lo he intentado, créeme, pero nadie te puede igualar.
Me encantó verte, sentirte. No has cambiado nada. Yo en cambio soy diferente. Estoy diferente. Sigo siendo el mismo al que conociste hace ya tanto tiempo y que se emociona y disfruta cada vez que te ve, que te siente. Poder estar tranquilo, feliz, relajado. Lo que me haces sentir es una amalgama de sensaciones, que consiguen elevar todo mi ser a una dimensión desconocida y por suerte recuperada.
Me quedé con ganas de más. Llenar cada milímetro de mi cuerpo con tu magia. Desde aquí te digo lo que no pude expresarte con palabras, ya que mi acompañante necesitaba de mi. Y mis palabras son: hasta otro día, CINE.