Así pasan los días las trabajadoras de un salón de té de distinguida clientela en el Madrid de la Segunda República: jornadas interminables, sueldo mísero y ni una queja por miedo a ser despedidas. Todas son hijas de su tiempo y todas víctimas de una época de convulsión, así como de una España contradictoria y a la deriva entre los rancios valores y la precipitación de los cambios. Así, tenemos mujeres prudentes y sacrificadas con la resignación que ofrece la rutina; otras que se aferran a sus creencias religiosas; algunas, osadas y temerarias en su desesperación; también las habrá que se abran a los nuevos tiempos con inmadura despreocupación; y, por último, aquellas, las menos, que fruto de la injusticia y la reflexión, se atreverán a soñar, tal vez a esbozar, un futuro en el cual ser dueñas de sus destinos.
Tea Rooms es un magnífico fresco social de los años previos a la Guerra Civil Española, como una foto fija de un determinado estrato social en una determinada época y en un determinado lugar; y, sin embargo, leo sus páginas y en parte y tristemente reconozco la actual situación de precariedad laboral y desempleo en nuestro país. Se pone en este caso el foco en la clase trabajadora femenina, por ser sus condiciones aún más humillantes que las de la masculina. "Antes no había más que dos caminos abiertos ante la mujer: el del matrimonio y el de la prostitución"; las mujeres, siempre sometidas: al padre, al marido, a Dios. Ahora, un nuevo camino se abre ante ellas: el del trabajo. Sin embargo, esta tercera vía, en vez de procurarles la deseada emancipación, se convierte en una nueva forma de esclavitud que la mayoría, por no conocer otra cosa, aceptan sin siquiera cuestionarla.
La novela es abrumadoramente realista por su cotidianidad y por ello, y si no fuera por su espíritu combativo y de arenga, recuerda a los relatos costumbristas. Es, sin embargo, en sus momentos más dramáticos en los que ese realismo se vuelve auténtico acicate sin necesidad de ninguna otra manifestación.
Quedarse sólo con ese aspecto de protesta y denuncia social, no obstante, sería minusvalorar a su autora. No son pocas las ocasiones en las que ella nos sorprende con una inusitada ráfaga de aire fresco narrativo en las calurosas tardes del salón, así como aquellas en que nos recrea reparando en pequeños detalles que vuelve imprescindibles al imprimirlos de belleza con poética sencillez.
Ella, su autora, es Luisa Carnés. Ella, nacida en Madrid y siendo la mayor de la numerosa prole de una familia humilde, dejaría la escuela con tan solo once años para comenzar a trabajar y contribuir a la precaria economía familiar (trabajaría años más tarde, precisamente, como dependienta-camarera en un reconocido establecimiento hostelero). Ella, que en su novela apela a la cultura como revulsivo, dejaría la escuela pero no de leer. Leería, leería, leería. Primero, todo lo que cayese en sus manos, sin selección; después, llegarían los grandes autores. Y escribiría, escribiría, escribiría. Relatos, novelas, artículos periodísticos. Tea Rooms fue su tercer libro publicado y con él se consagraría literariamente en nuestro país. Después estalló la Guerra Civil; poco después, la imposición de la dictadura de Franco se haría inminente Y ella cada vez tenía sus ideas y afinidades más definidas. Y cruzó los Pirineos, como y junto a tantos otros; y recaló en México, en dónde viviría el resto de sus días. Y siguió escribiendo, escribiendo, escribiendo,... Pero nada de lo allí escrito nos llegó aquí y lo escrito aquí se olvidó, se enterró, como se enterró su nombre, como se olvidó el de tantos otros.
Luisa Carnés
Luisa Carnés pertenece a una generación de escritores que han sido injustamente olvidados por la historia a causa de su ideología. Una generación en la que nuevamente son las mujeres las que han sufrido un peor trato. En los últimos años, proyectos como Las Sinsombrero han iniciado el camino para recuperarlas. En este caso ha sido la editorial Hoja de Lata quien ha rescatado del olvido esta voz que abogaba por el nacimiento de una nueva mujer y que, años después, sigue siendo necesario escuchar. Por eso he querido cederle el protagonismo en el blog precisamente hoy, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Soñaría ella probablemente con volver algún día a su país. ¿Seguiría haciéndolo incluso cuando la duda se tornase ya certeza? ¿Se atrevería incluso a fantasear con que lo escrito en México se leyera algún día en España o lo escrito aquí se volviese alguna vez a publicar? Allá, Luisa, donde estés, en ese cielo improbable de los ateos, los inconformistas y los luchadores, en ese cielo seguro de inmortalidad al que estáis abocados los que revivís cada vez que sois leídos, tal vez te entristezca saber que tus palabras no son testigo de una época pasada sino también presente, tal vez también te alegre conocer que somos muchas las que escuchamos y hacemos propia tu voz. Somos muchas las que queremos romper las cadenas de la esclavitud y ser dueñas de nuestro destino. Somos muchas las que intentamos transitar por ese nuevo camino que se ha abierto ante nosotras. Sí, sí, estoy segura de que te gustaría saberlo: tu nueva mujer está en marcha.
"La obrera española, salvo contadas desviaciones plausibles hacia la emancipación y hacia la cultura, sigue deleitándose con los versos de Campoamor, cultivando la religión y soñando con lo que ella llama su "carrera": el marido probable. Sus rebeliones, si alguna vez las siente, no pasan de momentáneos acaloramientos sin consecuencia. Su experiencia de la miseria no estimula su mentalidad a la reflexión. Si un día su falta de medios económicos la constriñe al ayuno forzoso, cuando come lo hace hasta la saciedad. Y las dos cosas dentro de la más perfecta inconsciencia. La religión la hace fatalista. Noche y día. Verano e invierno. Norte y sur. Ricos y pobres. Siempre dos polos. ¡Bueno! A veces -pocas- siente que su vida es demasiado monótona y dura; pero su mente contiene suficientes aforismos tradicionales, encargados de convencerla de su error y de la inmutabilidad de la sociedad hasta el fin de los siglos. Estos proverbios son también quienes le han asegurado que no posee sobre la tierra otro patrimonio que sus lágrimas, y por eso tal vez las prodiga."
"Antes no había más que dos caminos abiertos ante la mujer: el del matrimonio y el de la prostitución".
"Ahora, ante la mujer se abre un nuevo camino..."
"Ese camino nuevo, dentro del hambre y del caos actuales, es la lucha consciente por la emancipación proletaria mundial".
The first step. Fotografía de Thomas Rousing
Ficha del libro:
Título: Tea Rooms. Mujeres obreras
Autora: Luisa Carnés
Epílogo: Antonio Plaza
Editorial: Hoja de Lata
Año de publicación: 2016
Nº de páginas: 248
ISBN: 978-84-16537-11-2