Teambuilding y el valor de la RSC

Publicado el 20 junio 2012 por Aracelimasarte @AraceliMasArte
El Valor de Responsabilidad Social Corporativa está íntimamente ligado a la relación que el proyecto de negocio mantiene con sus empleados. Son los empleados los encargados de transmitirlo correctamente y los que han de ponerlo en pie ante los grupos interesados que buscan satisfacción a necesidades básicas, al elegir la relación.
El Teambuilding diseñado con una concepción de Branding que busca la Reputación correcta en la comunidad donde habita el modelo de negocio, atiende a la construcción de una comunicación interna que permita el trasvase de información útil recabada en todos los puntos de encuentro que se habilitan en el tejido empresarial, permitiendo la búsqueda de soluciones globalizadoras reales que aporten riqueza a todos los grupos de interés. 
Branding tiende a ir desmontando, sin trauma, las estructuras más jeraquizadas permitiendo que la comunicación se convierta en bidimensional y utiliza el recurso de la creación de equipos de trabajo con una dimensionalidad más horizontal para que las ideas puedan fluir en entornos donde la creatividad llegará a ser más valorada que la estrategia de control que vigila que el discurso corporativo sea emitido sin el más mínimo error para desviar la resolución de problemas y la calidad real de intenciones ocultando que el único objetivo es el de que compres y que te calles, el mayor tiempo posible porque el margen máximo de inversión se produce en el diseño de una apariencia y no en el de construir una relación comprometida y seria. 
Teambuilding o equipos motivados


¿Fidelidad?
Se necesita fidelización y para obtenerla los empleados deben transmitir la intención clara del compromiso que tiene el proyecto y para ello deben estar motivados. 
Empleados a fondo en estructurar construcciones jerarquizadas que protegen la producción al máximo, éstas  formas terminan desfasadas en un contexto donde por mucho que mis espacios publicitarios y todos mis empleados se empeñen en gritar a los cuatro vientos que "Soy único" "El mejor de los mercados" "El más alto o guapo de la competencia" y prometan futuros llenos de tranquilidad y bonanza que suple carencias, nadie creerá lo repetido hasta el infinito  porque por la propia experiencia acumulada en el resultado obtenido, el consumidor comienza a ser consciente de que ni se acerca a lo prometido, ni se cumple con las expectativas de honestidad que son exigibles siempre a los miembros que se relacionan contigo en la comunidad donde habitas.  
En ese paisaje donde, el más fuerte aliado es tu propio empleado, pronto dejaremos de tener noticias de proyectos empresariales donde aquel que desarrolla la tarea más mínima, termina realizándola a fuerza de mecanismos de control llevado a límites donde la capacidad de acción y de reacción están tan limitadas que logran que todo el modelo de negocio tambalee ante cualquier viento desfavorable. 
¿Motivación?
Si bien la motivación en un contexto donde lo único que se exige es la producción sistemática y rápida de productos y servicios que han de venderse de forma aún más rápida para vaciar los stocks simplemente requiere de mostrar una apariencia de "ánimo" cuando se encuentra con con el obstáculo de que no hay ni ganas, ni recursos para adquirir este Valor Funcional en unos mercados cansados y frustrados, la aparición de un concepto nuevo y necesario como es la productividad permite llegar a la percepción de que la motivación, no solo no es un estado donde parece que se tienen "ánimos" sino que, en realidad, es "tener motivos"  
Se necesitan empleados motivados y si la exigencia pasa por tenerlos, sin lugar a dudas, empieza a quedar claro que el esfuerzo de los proyectos empresariales pasa a ser el de "dar motivos" a los empleados para que estos puedan encontrar las cotas de productividad que pide, en estos momento, un mercado saturado que no va a comprar, aunque la oferta sea muy interesante, si no logras manifestar coherencia de principio a fin entre lo que dices que haces o lo que realmente haces. Primero se irán a la oferta más barata y segundo al que menos problemas le de o se los evite y no es ese el campo donde la Imagen Corporativa se sienta más a gusto, ofuscada siempre en invertir recursos en la producción masificada y la rapidez en la consecución de los objetivos de expansión y ventas. 
Cuando el sueño de los consumidores empieza a ser el de un mundo en el que las marcas sean un símbolo de cultura y de valores y no solo de intereses, los hábitos de estos, hasta ahora llamados clientes, cambian el panorama, quiera o no quiera, el proyecto empresarial que vive en ese entorno.