Techos de lona

Publicado el 15 agosto 2015 por Daniel Guerrero Bonet

Junto a nosotros, en calles y semáforos, con mantas sobre las aceras concurridas de centros comerciales, hacinados en campamentos precarios en las fincas donde sudan por un escamoteado jornal, pululando por barrios marginales y centros caritativos, por todas partes donde miremos y queramos ver, existen personas, casi invisibles ante nuestros ojos, que lo pasan aún peor que nosotros, aplastados por preocupaciones mucho más lacerantes que las que nos quitan el sueño, sin un hogar donde refugiarse porque un techo es un lujo para sus bolsillos, menesterosos en higiene de albergue y de muda que portan en un hatillo, alimentados de sobras o gracias a las escuálidas ganancias de pañuelitos y baratijas por las que son explotados y acosados por los amantes del orden, nuestro orden, y la pulcritud, pero que prefieren mil veces ser marginales para la insensibilidad de los opulentos que retornar a los arrabales del inframundo donde tuvieron la desdicha de ver la luz.
Cada rostro es una historia condenada al fracaso con una sonrisa de esperanza que escapó de las entrañas de la miseria para buscar una oportunidad que sólo se consigue en las películas. Deambulan entre nosotros aprovechando cuanto despreciamos y aceptando todo lo que abandonamos por obsoleto a nuestros caprichos, pero que resultan insuficientes para una vida equiparable a nuestras exigencias. Duermen a la intemperie arropados contra el desdén de los hartos por cartones y trapos sucios que cada día, al despertar, han de guardar como un tesoro: les permite sobrevivir un día más.

Foto del blog Marea Pública

Tras el paro, la precariedad y las desigualdades a que nos inducen unas políticas económicas que sólo respetan la rentabilidad, subsisten graduaciones de la pobreza que se hunden en estadios inhumanos y vergonzantes en los que se pierde el rastro de la dignidad. Contra esta situación extrema de los que viven sin techo y sin recursos, una carpa los acogerá para que se visualice un problema que debería conmover a quienes pueden aportar soluciones y socorrer infortunios. Porque los que pierden la dignidad no son los desfavorecidos sin techo, sino los que les condenan a vivir invisibles a la intemperie, recogiendo las migajas de nuestra insaciable opulencia. Porque siempre hay otro sabio, más pobre y mísero, que hace alegrías de las penas, al recoger las hojas que otro pobre tira, como cuenta el poema de Calderón de la Barca. Por ello nos adherimos al llamamiento de Marea Pública y  apoyamos el proyecto "Carpa: sonríe, la vida es bella".