Cada rostro es una historia condenada al fracaso con una sonrisa de esperanza que escapó de las entrañas de la miseria para buscar una oportunidad que sólo se consigue en las películas. Deambulan entre nosotros aprovechando cuanto despreciamos y aceptando todo lo que abandonamos por obsoleto a nuestros caprichos, pero que resultan insuficientes para una vida equiparable a nuestras exigencias. Duermen a la intemperie arropados contra el desdén de los hartos por cartones y trapos sucios que cada día, al despertar, han de guardar como un tesoro: les permite sobrevivir un día más.
Foto del blog Marea Pública
Tras el paro, la precariedad y las desigualdades a que nos inducen unas políticas económicas que sólo respetan la rentabilidad, subsisten graduaciones de la pobreza que se hunden en estadios inhumanos y vergonzantes en los que se pierde el rastro de la dignidad. Contra esta situación extrema de los que viven sin techo y sin recursos, una carpa los acogerá para que se visualice un problema que debería conmover a quienes pueden aportar soluciones y socorrer infortunios. Porque los que pierden la dignidad no son los desfavorecidos sin techo, sino los que les condenan a vivir invisibles a la intemperie, recogiendo las migajas de nuestra insaciable opulencia. Porque siempre hay otro sabio, más pobre y mísero, que hace alegrías de las penas, al recoger las hojas que otro pobre tira, como cuenta el poema de Calderón de la Barca. Por ello nos adherimos al llamamiento de Marea Pública y apoyamos el proyecto "Carpa: sonríe, la vida es bella".